Los objetos activan nuestras reacciones emocionales, estando estas casi siempre relacionadas con el apego que sentimos hacia ese artículo. Así, muchos objetos pueden transportarnos a momentos, lugares o personas hacia las que sentimos aprecio o con las que compartimos buenos recuerdos. También puede suceder lo contrario: que determinados bienes materiales nos lleven a malos momentos, o que simplemente sintamos un rechazo hacia ciertos materiales, diseños o recuerdos en torno al objeto que tenemos entre las manos.
El podcast de wallapop ‘Lo siguiente, living hoy por el mañana’ se centra en los temas que importan a las generaciones más jóvenes, y en uno de sus últimos episodios la psicóloga Jara Pérez habla sobre este apego que podemos sentir hacia los objetos.
Y es que saber identificar qué emociones nos producen nuestros bienes materiales es clave para decidir de qué tenemos que deshacernos o a lo que debemos acercarnos más para potenciar esas buenas sensaciones.
Partiendo de esa premisa, ¿hay momentos clave en este proceso de las emociones? La respuesta es sí: las experiencias pasadas y los recuerdos que guardamos de ellas, así como los momentos en que sucede un cambio inesperado en nuestras vidas, suponen un punto de inflexión en la forma en la que nos relacionamos con lo que tenemos.
Recuerdos de la infancia y de experiencias vividas
Es totalmente normal que los recuerdos y objetos de nuestra infancia y de nuestros seres queridos calen en nosotros. En el campo de la psicología se les denomina objeto transicional y, en palabras de Jara Pérez, “son objetos a los que les agregamos cierto nivel de apego en la infancia. Proyectamos en ellos la imagen de nuestro padre, madre o cuidador y nos provocan una sensación de seguridad”.
Y es que esta presencia del pasado (tanto el nuestro como el de nuestros seres queridos) se ha convertido en tendencia en los últimos tiempos. Sin ir más lejos, lo vintage está de moda: libros, ropa, objetos de decoración o arte nos potencian emociones positivas y nos transportan a momentos especiales del pasado. Básicamente, podemos conectar con los recuerdos a través de los objetos: guardamos cosas para capturar momentos.
Nuevos objetos para una nueva normalidad
Los últimos meses han transformado totalmente nuestras rutinas y nuestra forma de relacionarnos con nuestros hogares y lo que estos contienen. “Hemos convivido muchísimas horas en un mismo espacio, hemos trabajado en casa. Nos hemos dado cuenta de que hay muchos elementos que nos molestan y que necesitamos el espacio que estos objetos ocupan para poder vivirlo”, comenta la psicóloga.
Deshacernos de todo aquello que no nos hace felices, pero que puede ser importante para otras personas, nos da espacio para construir una nueva normalidad.
También se han visto reflejadas en las compras nuestras necesidades para la nueva normalidad: trabajando desde casa, hemos buscado productos para estar cómodos como escritorios y sillas para trabajar dignamente. Sin ir más lejos, los anuncios de escritorios en wallapop, plataforma de compra-venta de segunda mano, aumentaron un 90% con la llegada de la nueva normalidad y del teletrabajo.
En definitiva, la conexión emocional positiva, el apego o la sensación de seguridad que nos aportan algunos objetos son las sensaciones que nos hacen querer mantenerlos cerca. A todo lo demás siempre podremos darle una segunda vida en algún otro lugar.
