Aunque no hay mejor opción que la fruta y las hortalizas frescas de temporada, no siempre tenemos tiempo para comprar productos frescos. Por eso, tener en el congelador fruta y verdura congelada es una excelente ayuda para asegurarnos de incluirlas a diario en nuestra dieta.
Para congelar la verdura ésta tiene que estar en perfecto estado. Antes de congelarla será necesario escaldarla y es recomendable cortarla para facilitar su uso cuando la descongelemos. El tiempo que debe pasar en agua hirviendo dependerá del tipo de hortaliza. Una vez escaldada, la enfriaremos para asegurarnos de que no sigue cociéndose. Podemos hacerlo poniéndola bajo el grifo de agua fría o dejándola en una olla con agua con hielo.
Las verduras deben estar refrescándose el mismo tiempo que han pasado escaldándose y antes de meterlas en el congelador deben escurrirse. Este proceso, conocido como 'blanqueo', evita que sigan actuando los enzimas de la verdura, necesarios para su maduración pero también responsables de que, con el tiempo, se oscurezca y pierda muchas de sus propiedades.
En el caso de las frutas, deben estar maduras y en perfecto estado. Para congelarlas es recomendable hacerlo cubriéndolas con almíbar que se obtiene disolviendo azúcar en agua y dejando la mezcla calentar aunque sacándola del fuego antes de que camarelice-, o con azúcar, antes de envasarlas. Como en el caso de las verduras, es aconsejable trocearlas antes.
Tanto para frutas como para verduras, tan importante como ser rigurosos en la congelación es serlo en el momento de descongelarlas. Lo mejor es hacerlo poniéndolas en la nevera. Una vez descongeladas es aconsejable comerlas lo antes posible pues cuanto más tiempo dejemos pasar más propiedades perderán.