"Las plantas nos dan paz y son refugio, nos conectan con la naturaleza, cuidan de nosotros, embellecen nuestra vida cotidiana y nos ayudan a olvidar los problemas...". Con estas palabras, Eva Durán, estudiosa multiapasionada y plantlover, nos adentra en el corazón del 'Plantfulness', una especie de yoga mental que nos permite desconectar de la vorágine del día a día mientras dedicamos unos minutos a cuidar de las plantas. El efecto es directo. Mientras les cuidamos a ellas, nos regalamos un momento de paz y conexión que nos ayuda a vivir más tranquilos y conectados con nuestro entorno y con nosotros mismos.
En 'Plantas para ser feliz', Eva Durán nos adentra en el universo del autocuidado y el plantfulness, una técnica perfecta para calmar la mente y mantener fija la atención. Fiel defensora del mundo natural, la autora pone especial hincapié en la relación tan estrecha que tenemos con la naturaleza y, como esta se ha visto truncada al vivir en grandes núcleos urbanos, alejados del campo y las montañas.
A pesar de ello, Durán nos recuerda que no hace falta pasar muchas horas de inmersión en un bosque para sentir sus beneficios físicos y psicológicos. "Hay estudios que dicen que solo tres minutos de descanso observando conscientemente una planta que tengas, pueden ayudarte casi de inmediato a romper la fatiga mental y reponer energías para continuar".
Las grandes ciudades, llenas de contaminación y edificios, así como el estrés de vivir a toda prisa nos “desnaturalizan” y “desconectan”, tal y como explicas en tu libro. ¿Cómo podemos volver a reconectar con la naturaleza?
Acudiendo al bosque siempre que puedas para hacer un paseo tranquilo de al menos un par de horas. Lo ideal es hacerlo sin prisas, sin más intención que caminar y observar lo que te rodea, haciendo pausas si te apetece ver con más atención alguna planta y escuchando los sonidos que te envuelven. Un baño de bosque siempre es reparador.
Y mientras tanto puedes ir a algún parque cercano y relajarte unos minutos con el baile de las hojas de los árboles, descalzándote en la hierba y tomando un baño de sol. En casa lo tenemos muy fácil con nuestras queridas plantas, que nos ayudan a conectar con la naturaleza aun estando lejos de ella.
¿Es cierto que las plantas pueden llegar a calmarnos la mente? ¿De qué manera?
Sí. De hecho, muchísimas personas me han comentado que se sienten mejor tras pasar un rato cuidando a sus plantas o simplemente “paseando” por ellas. Incluso consiguen olvidarse de la vorágine mental en la que se encontraban. Es tan fácil como detenerte a mirar las hojas de tu planta, los colores, las texturas y su forma.
Cuando nos sentimos fatigados, observar con detenimiento las hojas de nuestras plantas hace que la atención se centre poco a poco
De hecho, propones un término muy concreto: el plantfulness. ¿Qué quiere decir realmente?
El Plantfulness es una práctica que te conecta con el momento presente con la ayuda de las plantas. Es una especie de meditación activa que cualquier persona puede integrar en su día a día y beneficiarse de sus efectos de forma muy sencilla y rápida.
Recuerda mucho al mindfulness, ¿no es así? Sobre todo, por esa capacidad de concentración, de mantener la atención plena en el presente…
Exactamente. El plantfulness es mindfulness con plantas.
Al respecto explicas que, “cuidar plantas es también un acto de autocuidado y una especie de yoga mental”. ¿Qué ocurre, entonces, con aquellos a los que se les mueren siempre todas las plantas?
Partiendo de la base de que nadie nace “mataplantas” y que todo se puede aprender, hay que normalizar que las plantas en maceta pueden morir muy fácilmente si no las atendemos como necesitan. Es una relación como cualquier otra y para que funcione necesita atención, tiempo y energía. Muchas veces nuestras prioridades las marca el estilo de vida o las obligaciones que nos imponemos. Por eso es importante decidir bien en qué vamos a gastar energía y también cómo la vamos a recuperar. Si el cuidado de tus plantas lo tomas como un tiempo para ti, para aprender de ellas y con ellas, desde la curiosidad y el no juicio, es entonces cuando poco a poco irás conectando con sus ritmos y dejándote llevar por ese ratito de contemplación y calma.
Si el cuidado de tus plantas lo tomas como un tiempo para ti, poco a poco irás conectando con sus ritmos y dejándote llevar por ese momento de calma
Muchas personas creen todavía que las plantas son elementos meramente decorativos. Sin embargo, esta deriva próxima a la meditación, de ver cómo las plantas crecen poco a poco sin presión, parece que nos revela valores como la espera o la tolerancia. ¿Es este uno de los pilares centrales del plantfulness? ¿Qué más puede enseñarnos?
Totalmente. Es cierto que para sentir los beneficios del plantfulness has de acercarte a tus plantas sin temor y aceptando la incertidumbre como algo natural. Cuidar plantas puede generar emociones de todo tipo, desde la alegría por ver cómo crece un nuevo brote y con ello nuestra autoestima por haberlo hecho posible, hasta frustración por no entender por qué algo no está saliendo como habíamos imaginado. Pero esto pasa con cualquier relación con otro ser vivo. Cultivar plantas es cultivarnos en algunos aspectos como la paciencia, la constancia, la aceptación…
En el texto hablas incluso de entrenar el “cerebro plantil”, ¿cómo podemos empezar a ponerlo en práctica?
Una de las cosas que menos soporta el cerebro humano es la incertidumbre y para convivir con plantas hay que entender que no siempre nuestros planes van a suceder como creemos. Suelo decirles a mis alumnas que la paciencia es esperar con alegría, y para ello es importante tener confianza en ti, en las plantas y sus ciclos. Para ganar confianza lo ideal es interesarte por cómo “funcionan” las plantas y saber en qué necesitan que les ayudemos cuando viven bajo techo y en una maceta fuera de su hábitat natural. A partir de ahí podrás comprenderlas, relajarte y tener una bonita relación con ellas. No es cosa fácil, porque no vienen con un manual de instrucciones y la mayoría de información y consejos que podemos encontrar no son tangibles. Eso tampoco le agrada a nuestro cerebro humano.
Mi objetivo, al fundar la Escuela de Plantlovers, era precisamente crear formaciones para ayudar a las personas a pensar en “modo planta” y a normalizar que no vamos a aprender a cuidarlas de un día para otro. Pero a base de observarlas siguiendo unas pautas generales y también otras específicas de cada especie logras comprender sus señales y su lenguaje. Es cuando consigues ese vínculo especial con ellas y el plantfulness obra “su magia” en ti.
Me llama la atención las veces que mencionas la combinación entre música y plantas. Música mientras las regamos, mientras hacemos un abono… ¿qué nos aporta esta combinación de elementos vivos y musicales?
Creo en el poder de la música y en cómo nos ayuda a canalizar sentimientos y emociones. Creo en la música para crear anclajes de momentos especiales. Para tener una experiencia plantfulness completa nos deberíamos dejar llevar por la belleza visual, por el tacto, el olfato y, por supuesto, también por el oído. Cuantos más sentidos actives y cuanto más inmersiva sea la actividad con tus plantas mayor impacto creará en ti y en tu bienestar.
O por ejemplo la tierra, otro elemento esencial que nos ayuda a “tocar tierra” literalmente, conectando con la naturaleza, la diversión de mancharnos… ¿Qué más emociones crees que pueden sobrevenirnos al trasplantar una planta?
Las personas que cuidamos plantas solemos tener un vínculo especial con cada una de ellas. Y creo que no hay nada más “íntimo” que tener sus raíces en nuestras manos, literal y metafóricamente hablando. Las raíces son la salud de la planta y tú puedes mejorarla notablemente aportándole nuevo y rico sustrato.
Hacer mezclas de materiales para crear ese sustrato soñado es como cocinar para tu gente querida
Por otro lado, tocar tierra es uno de los placeres sensoriales de los cultivadores urbanos. Y es que sentir en tus manos su humedad, sus texturas y ensuciarte de vida es una conexión casi instantánea con la naturaleza en estado puro. No nos olvidemos de su olor característico. La próxima vez que trasplantes prueba a cerrar los ojos e inspirar suavemente. Casi de inmediato tu mente te llevará de nuevo a ese bosque que tanto te fascinó o a ese día lluvioso con olor a jardín.
Otra de las prácticas que mencionas es la propagación y los esquejes, como de algo tan pequeño puede salir una planta que dura generaciones. Además de tranquilizarnos y conectarnos con nosotros mismos, ¿el mundo vegetal también nos conecta con los otros?
En mi opinión el mundo vegetal nos conecta con otras personas, con otros lugares y con muchas emociones si nos acercamos a él con consciencia. Tengo vivencias propias sobre ello, pero también me han contado muchísimas otras historias de humanos y plantas. Propagar es un proceso muy bonito. Se necesita algo de técnica y buenas dosis de paciencia y confianza. Es una de las actividades plantfulness más fascinantes y empoderadoras. Puedes hacerlo para ti o para regalar. Regalar una vida que tú has “creado”, y que esa persona la reciba y cuide día a día de ese acto de amor. El vínculo que se crea entre esas dos personas a través de la plantita es más especial si cabe. Los esquejes de plantas de nuestras abuelas suelen ser los más emotivos. Sí, definitivamente, el mundo vegetal nos conecta con los otros.