¿Tienes que meterle mano al desorden de tu casa y no sabes por dónde empezar? ¿Vas a amueblar tu casa por primera vez tal como sugiere el catálogo de esa tienda de muebles sin plantearte si cuadra o no con tu personalidad? Primero, inspira hondo y relaja.
Ahora, olvida las monsergas de tu madre sobre ‘tu manía de dejarlo todo por medio’. Por hoy, haz oídos sordos también a las enseñanzas de Marie Kondo. No se trata de deshacerse de casi todo como si tu casa fuera un monasterio cluniacense. Es cuestión de quedarse únicamente con aquellas cosas que te dan buenas vibraciones y que no succionan las energías buenas que fluyen por tu hogar.
En otras palabras, toca ‘fengshuizar’ tu casa. Laurence Dujardin y Soledad Braviel acaban de publicar El secreto del orden para perezosas (Lunwerg) con un paso a paso para equilibrar el yin y el yang sin perturbar el chi hogareño (en román paladín, poniendo un ten con ten entre las zonas de calma y las agitadas de la casa sin cortar el paso a la energía vital de la vivienda). Y es bastante más sencillo de lo que crees. ¿Te atreves?
1. ¿Por dónde empezar?
Buena pregunta. Los autores sugieren ir paso a paso: analizar la situación y su entorno, remangarse para acometer la limpieza del año –o de la temporada–, purificar como una gran sacerdotisa y organizar una decoración inspirada y que se te parezca (ni lo que le gusta a mamá ni lo que dice Ikea ni tal famosa en el Hola. Recuerda: es tu casa).
2. Equilibra el yin y el yang
Cada una es como es, pero si tu carácter es más enérgico (más yang, como una tigresa) tendrás que introducir formas redondeadas, cojines y cortinas. Por el contrario, en caso de ser toda feminidad y dulzura (espíritu yin, como una tierna dragona) da paso a tonos intensos y formas rectilíneas. Como norma general, deja lo yin para los dormitorios y los aseos (zonas de intimidad y calma) y concentra lo cañero (vamos, lo yang) en el salón o el despacho.
3. Controla las energías
Esto no va de apagar el interruptor cuando sales de la habitación, sino de evitar aquellas cosas que merman la energía vital de tu casa. Evita comprar tu casa cerca de postes eléctricos, rodéate de jardines (o de plantas, salvo los cactus) y pinta los postigos de entrada a casa de rojo.
4. Hora de tirar
De entrada, deshazte de aquello que no aporta, no te gusta, ocupa sitio y te da mal rollo. Da igual que sea esa tetera que te regaló tu suegra que el arcón de la bisabuela. Tira todo lo viejo o que intuyas que no vas a volver a usar.
El feng shui tampoco acepta cosas de muertos (adiós a la foto de la abuela en el salón) ni animales disecados. Tampoco objetos punzantes ni armas a la vista (nada de cuchillos colgados en la cocina ni espadas toledanas en el salón).
Luego, limpia la zona a conciencia. Procura realizar esta maniobra en silencio, con concentración. Nada de móvil ni música a todo trapo. Para ponerte en situación, enciende velas o inciensos, que además de dar ambiente, purifican a través del fuego.
5. Vigila la orientación
En la medida de los posible, deja el sur o el este, más luminosas y vibrantes, para las zonas creativas, y el norte a las que no importe si son frías y de cerrazón (por ejemplo, el tendedero). Por encima de todas las cosas evita entorpecer el flujo natural de la energía. Imagínala como líneas rectas que van desde las puertas a las ventanas (algo así como las líneas luminosas de emergencia en el suelo del avión). Nada de poner la mesa de trabajo ni la cama en su camino, o tendrás todo el día la cabeza como una zambomba.
6. Ojo a los colores y la luz
Son colores yang o revitalizadores el blanco, el amarillo, el naranja, el rojo y, sí, también el rosa. En cambio, el marrón, el gris, el verde, el azul y el negro entran en el paquete yin. Lo suyo es combinarlos para que haya equilibrio de fuerzas. Ni todo blanco, ni todo negro.
Lo mismo con la luz: intensa donde suceden muchas cosas (encima de la mesa de comer o la cocina) y tenue en el dormitorio. Los espejos son otro caballo de batalla: reflejan y amplifican la energía. Si no quieres tirarte toda la noche contando ovejitas, nada de ponerlos en el dormitorio. En cambio, van ideales en el recibidor o en el cuarto de baño. Por cierto, al feng shui le encantan las velas y las guirnaldas de luz. Repártelas por esos espacios donde quieras ‘crear ambientes relajados y abiertos a soñar’.