La cerveza es una de las bebidas más consumidas en todo el mundo. Actúa como seña de identidad de numerosas culturas y se fabrica en países tan dispares como Alemania, Austria, Japón o Tailandia. Su consumo en frío resulta realmente apetecible en las épocas de más calor y, por su composición, se trata de una bebida altamente nutritiva y refrescante que proporciona sensación de saciedad.
Para su elaboración se emplean desde hace siglos ingredientes naturales como el agua, la cebada, la levadura y el lúpulo. Gracias a estos ingredientes, la cerveza ejerce diferentes acciones en el organismo: es antioxidante, diurética, estimula el apetito, ayuda a proteger el corazón e incluso se está estudiando su papel en enfermedades neurodegenerativas. Además, la cerveza aporta a nuestro organismo carbohidratos, proteínas, vitaminas, polifenoles y fibra.
Entre las más populares del mundo se encuentran las cervezas belgas de Abadía como las Affligem, Leffe, St. Bernardus o Grimbergen; que seducen a cada vez más aficionados. Estas cervezas mantienen las ancestrales fórmulas de los monjes fundadores, cuyas recetas se remontan a la Edad Media. Las principales categorías de estas cervezas son: Blond, o rubia; Doublé, o doble, Triple, y Cuádruple, incrementándose el cuerpo y grado según asciende la escala.