Las ventajas de tener hermanos

A pesar de que tener uno o varios hermanos significa tener que compartirlo todo- ¡a menudo, incluso la habitación!-, y de que las relaciones entre hermanos están siempre marcadas por un cierto grado de competitividad, tener hermanos nos ayuda a construirnos y, en la mayoría de los casos, con el tiempo se convierten en uno de los grandes pilares de nuestra vida.

Gracias a nuestros hermanos, y aunque probablemente nos haya costado no pocos lloros, especialmente cuando se empeñaban en coger nuestros juguetes favoritos o a ponerse la camiseta que más nos gustaba -y no ponerla a lavar-, nuestros hermanos nos han enseñado a compartir. También a potenciar lo que nos hace únicos, para distinguirnos de ellos, y a mejorar en las aficiones comunes, con un cierto grado de competitividad que, sin llegar a extremos, puede ser saludable. Con ellos, además, compartimos toda nuestra historia y, con ella, un montón de recuerdos que crean un vínculo distinto al que se pueda tener con cualquier otra persona del mundo.

A pesar de que de pequeños la mayoría de relaciones entre hermanos están hechas en gran medida de riñas y peleas, nuestros hermanos son también a menudo nuestros más fieles compañeros de juegos además de un punto de apoyo en el mundo exterior, ya sea en el colegio o al llegar a un barrio nuevo. A medida que pasan los años, además, las rencillas van quedando atrás y lo que queda es la complicidad por todo lo vivido y a menudo una relación en la que se mezclan la amistad y esa sensación de formar parte de un clan, de formar equipo. Aunque por supuesto hay relaciones fraternas que no funcionan, en la mayoría de los casos tener hermanos, por mucho que nos hayamos podido pelear de pequeños, es saber que tenemos un punto de apoyo, alguien con quien podremos contar durante toda nuestra vida.