Ya sea a través de adaptaciones cinematográficas, recomendaciones de libreros o bibliotecarios y reseñas en periódicos o blogs, cuando somos adolescentes leemos libros que nos marcarán para siempre. Si damos con los adecuados, esta lectura nos hace sentirnos bien porque no solo nos divertimos, sino que también crecemos como personas.
Estamos hablando de libros juveniles. Libros que nos ayudan a entender nuestras emociones porque nos identificamos con el protagonista que se ha enamorado de su mejor amiga o que tiene que enfrentarse a uno de sus mayores miedos y se encuentra solo. De una manera casi inevitable, los libros juveniles nos han dejado huella, han influido en nuestra manera de ser y nos acompañan en la aventura de crecer como personas.
Todo sucede con más intensidad cuando somos adolescentes, pues es una etapa de nuestras vidas en la que experimentamos muchas sensaciones y situaciones por primera vez, como el amor, la amistad, la independencia, los desengaños, los cambios en nuestro cuerpo y mente, etc. Empezamos a crecer y lo hacemos de la mano de la literatura juvenil. Sin embargo, aunque no lo confesemos cuando nos convertimos en adultos nos siguen encantando estas historias de fantasía, amor, ciencia ficción y aventuras porque nunca paramos de crecer, aprender y emocionarnos con ellas.
Para muchos, los libros juveniles son el primer contacto con la lectura, pero muchos otros también leerán las aventuras de Harry, Hermione y Ron a la vez que sus hijos o disfrutan de la saga Divergente y Los juegos del hambre leyendo estos libros en el autobús de camino al trabajo. Hay personajes de la literatura juvenil que nos marcan sin importar nuestra edad. De personajes como Matilda del libro de Roald Dahl, Hermione en Harry Potter de J. K. Rowling o Liesel Memiger en La ladrona de libros de Markus Zusak hemos aprendido el amor y el valor de los libros y a ser fiel a lo que creemos aunque las circunstancias sean complicadas.
Los libros juveniles además de proporcionar conocimiento y entretenimiento, también nos enseñan a empatizar con personas que viven situaciones difíciles en otras épocas y lugares distintos a los nuestros, como, por ejemplo, la protagonista de Bajo la misma estrella de John Green que se tiene que enfrentar a una terrible enfermedad, Christopher en El curioso incidente del perro a medianoche, un adolescente que padece autismo o el enfrentamiento de August al bullying de sus compañeros en Wonder de R. J. Palacio.
Los libros juveniles no solo nos permiten viajar a mundos de fantasía a través de madrigueras o viejos armarios, sino que también son el puente que nos unió a la literatura y que unirá a las próximas generaciones de lectores que se enamorarán, se decepcionarán, vivirán aventuras y, en definitiva, crecerán física y emocionalmente con personajes como Alicia de Alicia en el país de las maravillas, Harry Potter, Bastián de La Historia interminable e incluso con los vampiros de las sagas Crepúsculo y Crónicas Vampíricas. Por todo esto nos encanta la literatura juvenil cuando somos jóvenes y cuando no lo somos tanto.