Esta es la historia de la tele. Aunque, si fuese así, tendríamos que hablar de su evolución a lo largo del siglo XX. Del NO-DO, la televisión pública y las sucesivas guerras por la audiencia. Pero no. Esta historia es la de las personas que no tienen televisión, que nunca la quisieron o que ya se han cansado del zapping. También para ellos existen alternativas. No todo pasa por el plasma. Pasar la noche conversando con tu familia o tus compañeras de piso es ya más interesante que el debate político de turno.
Así que sí, hay vida más allá de la tele. Y si no, piensa en tu abuela y en la madre de tu abuela, un largo etcétera de generaciones que décadas atrás solo se informaban por el boca a boca o a través de canales de comunicación comunes: una radio compartida entre varias familias.
Sin embargo, el acceso a Internet y el imparable universo tecnológico han traído consigo un aumento de la programación informativa y de entretenimiento. Hoy en día, de una manera u otra, acabamos enterados de los últimos bombazos, sea la materia que sea, te interese o no te interese.
Como todo, antes de acabar absolutamente infoxicados, los expertos recomiendan no sobrepasar las dos horas diarias de televisión. A pesar de ello, si antes de la pandemia los españoles ya pasaban una media de cuatro horas viendo la tele, con la Covid-19 y sus restricciones estas cifras han aumentado en un 20%.
Los expertos recomiendan no pasar más de dos horas diarias viendo la televisión.
Es cierto que actualmente pasamos más tiempo en casa, pero existen alternativas a la pantalla. Un consumo responsable que pasa por saber desconectar. Es decir, salir del bucle orwelliano y hacerte con tu tiempo. O incluso no hacer nada ocioso, que es de lo que trata el Niksen, la técnica neerlandesa que nos invita a parar, mirar por la ventana y no hacer nada de nada.

Desconecta todo lo que puedas
Sobre todo, teniendo en cuenta que ver la televisión en exceso tiene efectos adversos en la salud y el bienestar. De hecho, muchos estudios comparan sus efectos con los del tabaco o la falta de ejercicio. ¿El principal motivo? El sedentarismo, un factor de riesgo en el desarrollo de la diabetes, la hipertensión y la obesidad.
Además, estar tan conectado a la pantalla puede convertirte en un espectador pasivo, además de afectar tu salud ocular. Y esto puede llegar a asociarse con deterioro cognitivo y una disminución de la memoria verbal. Por todo ello, aunque al final cada persona tiene sus propios gustos e intereses, hoy en día tenemos a nuestro alcance una infinidad de actividades de lo más sencillas que pueden añadirle un plus de vidilla a tu rutina sin necesidad de encender el televisor.
Puzzles, juegos de mesa, talleres de cocina, un buen libro... Son muchas las alternativas, tanto para niños como para adultos, con las que dejar de lado el sofá y ponerse en marcha. Solo tienes que fijarte y darle al botón del off. Prometemos que no es ningún riesgo.