Sin embargo, para que los niños aprendan a disfrutar de la cultura no tienen que verla como algo solemne o pesado sino como algo divertido, capaz de despertar emociones y de lo que ellos también pueden participar. A menudo, por ejemplo, las lecturas escolares no están adaptadas a la edad de los niños, ni a sus intereses, y estos acaban asociando la lectura con algo aburrido y poco gratificante en vez de verlo como una oportunidad de vivir aventuras sin moverse del sofá.
Así, para transmitirles nuestro amor por la cultura hay que hacerlo ofreciéndoles obras con las que puedan disfrutar, desde conciertos de música clásica especialmente pensados para los más pequeños a espectáculos de danza en los que puedan participar o a museos en los que haya zonas interactivas o que ofrezcan talleres en los que los pequeños se puedan convertir en artistas a su vez.
Pero, al igual que es difícil que nuestros hijos quieran comer verdura si jamás nos ven a nosotros hacerlo, lo más importante para transmitir el amor a la cultura es que vean que nosotros también disfrutamos con ella. Si nuestros hijos nos ven leer, si escuchamos música en casa ?y les hablamos sobre lo que estamos escuchando o les preguntamos qué les gustaría escuchar- o vamos en familia a ver algún espectáculo, siempre que éste sea adaptado a su edad para que no se aburra, él también asociará la cultura a la diversión y sentirá un placer creciente por ella.
Transmitir el amor por la cultura
Despertar en los más pequeños el amor por la lectura, por el arte, por la cultura en el sentido más amplio, es abrirles una ventana al mundo y ayudarles a desarrollar su sensibilidad y su curiosidad.
