El Parque Nacional de Monfragüe, en Extremadura. Es un paraíso para los amantes de la naturaleza y la fotografía. Pueden realizarse rutas de avistamiento de las especies más emblemáticas del lugar como el buitre negro, la cigüeña negra o el águila real. La zona está provista de espacios reservados para los campistas con merenderos para poder saborear un picnic campero.
Valle de Ulzama, en Navarra. Un asombroso escenario de hayedos, bosques de robles y fresnos y nacederos de río. Este lugar tiene la particularidad de encontrarse a pocos kilómetros del mar Atlántico lo que otorga a sus bosques una humedad que propicia el crecimiento de musgos y líquenes. Más al norte se encuentra la Selva de Irati, uno de los mayores bosques de haya y abeto de toda Europa que cautiva por la diversidad de ocres que tiñen las hojas de sus árboles.
También puede aprovecharse la escapada otoñal para la recolección de setas y frutos del bosque, una actividad que suma contacto con la naturaleza, ejercicio físico y pasión por la gastronomía de temporada. Eso sí, se aconseja ir acompañado de un experto en su identificación ya que algunas especies comestibles pueden confundirse con otras tóxicas.