El cultivo de la vid de txakoli se remonta a la Alta Edad Media en los caseríos de Bizkaia y se empezó a comercializar en el siglo XVI. Hoy en día encontramos variedades como el txakoli blanco, con un aroma e intensidad media-alta, el afrutado txakoli rosado, también conocido como "ojo de gallo", y el txakoli tinto, con un sabor más intenso.
De color amarillo pálido, este vino tiene un aroma cítrico y herbal con matices florales. En 2010 recibió la denominación exclusiva del País Vasco, que incluye las denominaciones de origen de Arabako Txakolina en Álava, Bizkaiko Txakolina en Vizcaya y Getariako Txakolina en Guetaria, Zarauz y Aya. Para acompañarlo, se recomiendan los pinchos de anchoas en salazón y bonito en aceite.
Los que quieran aprender sobre el proceso de producción de este vino pueden visitar los viñedos y bodegas que lo elaboran, por ejemplo la de Gure Ahaleginak en Orduña y la de Doniene Gorrondona en Bakio. Muchas de ellas son antiguos caseríos que combinan los últimos avances tecnológicos -como los generadores de nitrógeno- con las tradiciones artesanales.
En Nueva York también se puede asistir a la Feria Txikifest, donde más de trece bodegas vascas ofrecen degustaciones de txakoli para recaudar fondos sociales. En esta festividad se explica que el consumo moderado de este vino mejora la circulación sanguínea y las funciones cognitivas, reduciendo las inflamaciones. Además, el txakoli contiene antioxidantes como los flavonoides.
Txakoli, un vino único
Este vino suave, joven y afrutado tiene un toque ácido y refrescante y representa a la perfección los valores tradicionales del País Vasco.
