Ir de vacaciones a la cárcel, el nuevo turismo de moda

Desde la mítica cárcel de Alcatraz en San Francisco (Estados Unidos), hasta La Model en Barcelona, centros penitenciarios de todo el mundo se han convertido en atractivos reclamos turísticos. Pero, ¿por qué nos gusta tanto visitar este tipo de sitios?

Ir de vacaciones a la cárcel, el nuevo turismo de moda
Ir de vacaciones a la cárcel, el nuevo turismo de moda

Desde la mítica cárcel de Alcatraz en San Francisco (Estados Unidos), hasta La Model en Barcelona, centros penitenciarios de todo el mundo se han convertido en atractivos reclamos turísticos. Hacer una visita a la cárcel durante las vacaciones, es pues, la nueva tendencia turística de moda. 

A la luz de la cantidad de visitas que registran estos centros, parece que su éxito es evidente. La Model de Barcelona, por ejemplo, cerró sus puertas en 2017 como centro penitenciario, pero reabrió al público con nuevos usos un año después; desde entonces ya la han visitado más de 154.000 personas. Este es solo un ejemplo de tantos, por lo que incluso se ha bautizado este fenómeno con un término concreto: turismo carcelario o penitenciario.

El profesor del programa de Turismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Pablo Díaz, describe esta actividad como "una especie de variante del dark tourism (turismo oscuro), por la vertiente tétrica que supone visitar antiguos centros penitenciarios con cierta historia". Pero, ¿qué motiva a la gente a visitar estos centros?

alcatraz
Cárcel de Alcatraz en San Francisco

¿Cultura, morbo o moda?

Según el experto, "estas visitas están reivindicando el valor de cárceles que dejan de ser usadas como tales por obsoletas, pero que —o bien por sus emplazamientos, su arquitectura o su historia, o por todos esos factores a la vez— reúnen el atractivo suficiente para ser visitadas y vividas". 

Díaz considera que hay tres motivos por los que la gente visita las cárceles. En primer lugar, por razones morales: "Son las que se dan cuando el público que visita estos centros quiere conocer las condiciones en las que vivían los presos históricos encarcelados por motivos injustos de otras épocas. La mayoría de los turistas quieren aprender un poco de historia con la visita", explica. 

En segundo lugar, asegura que se encuentran los visitantes "con fascinación o curiosidad morbosa por escenarios de sufrimiento humano". Finalmente, destaca "aquellos que van por simple moda o interés por compartir esta experiencia, que ciertamente puede ser impactante en las redes sociales (una foto desde los barrotes de una celda, por ejemplo)".

Más allá de esa publicidad en redes, el psicoanalista y profesor de Psicología de la UOC, José R. Ubieto, cree que este tipo de turismo podría ser algo positivo "siempre y cuando la visita sea guiada o comentada y se refiera al hecho histórico que supuso esa institución: historia, condiciones sociales, reivindicaciones, etc.".

La banalización, un posible peligro

Según Ubieto, esos datos pueden servir para reflexionar sobre aspectos del internamiento (injusticias, desigualdades) y de las personas allí alojadas (tipología, penalidades…). "Ahora bien, una visita sin ese comentario banalizaría el mismo hecho histórico", añade. 

la model
Visita a La Model en Barcelona

Esa banalización a la que hace referencia Ubieto también es uno de los riesgos que el profesor Díaz encuentra en esta opción turística. Ahora bien, ese es el único punto débil que destaca, puesto que, por lo demás, opina que "la idea no es mala, ya que supone, en algunos casos, rescatar un patrimonio arquitectónico que, de otra manera, sería derruido. Además, ciertamente, las cárceles son parte de la historia de los países y ciudades donde se localizan, y conservarlas significa recordarlas y evitar que se repitan los errores que se pudieron dar en ellas", añade.

Sea como sea, lo cierto es que este tipo de turismo está creciendo, al igual que muchas otras prácticas turísticas originales, pues supone una vivencia y la posibilidad de descubrir una parte de la historia de una ciudad, región o país.

Sobre el autor
Elisabet  Gonzalez

Me gusta escribir desde que tengo memoria y me interesa todo lo que tenga que ver con la cultura, el feminismo y la sostenibilidad.

Soy graduada en Periodismo y Humanidades por la Universitat Pompeu Fabra y he trabajado como periodista en distintos medios (Europa Press, Diari Ara, Núvol, etc.), y como técnica de comunicación en el área de Ecología Urbana del Ayuntamiento de Barcelona.

En mi tiempo libre nunca paro quieta y gran parte de este lo dedico a algunas de mis grandes aficiones: escribir poesía, cantar y escalar.

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