Desde que Ralph Macchio y William Zabka estrenaron la primera temporada de Cobra Kai, en Netflix, los centros especializados en artes marciales se han llenado de nuevos reclutas. La serie, que representa una secuela de la saga de las exitosas películas de los ochenta Karate Kid, ha roto moldes devolviéndole al karate toda la popularidad que tal vez había perdido en las últimas décadas.
Sin ahondar más profundamente en el argumento de la serie, la obra parte de la rivalidad entre dos escuelas de karate que entienden de manera muy distinta la filosofía que se esconde detrás de este arte marcial: los amantes de la fuerza y del “pegar primero, pegar duro y sin piedad” contra los discípulos del señor Miyagi, quienes abogan por utilizar el karate únicamente como medio de defensa y crecimiento personal.
Pues bien, este es precisamente el enfoque del que parten otras artes marciales como el aikido, tal vez menos conocidas, pero no menos interesante. Puesto que, muchas de ellas, y lejos de los prejuicios que las envuelven, representan auténticos caminos de autoconocimiento, inspirados en las profundas sabidurías orientales.
Qué es el aikido
Como decíamos, cada vez son más las personas que se interesan por las artes marciales por su dimensión como disciplinas que favorecen el desarrollo personal. Más allá de las técnicas deportivas que tienen una vertiente competitiva, existen modalidades dirigidas únicamente a la defensa personal y en las que el objetivo no es dañar al oponente. Es el caso, efectivamente, del aikido.
Artes marciales como el aikido representan grandes formas de desarrollo personal
Se trata de un arte marcial moderno, desarrollado aproximadamente entre los años 1930 y 1960 en Japón. Su punto distintivo es que busca la neutralización del contrario en situaciones de conflicto, sin utilizar ningún tipo de arma y valiéndose únicamente de una depurada técnica física.
Por tanto, su objetivo no es el de derrotar al supuesto adversario sino, más bien, parar y neutralizar su intención agresiva. Por ello, se aleja de cualquier fin competitivo.
El arte de la defensa como promotora de la paz
El aikido, de hecho, busca formar a sus practicantes como promotores de la paz. Por eso, en esta disciplina, es primordial conservar la dignidad del oponente y promover el cultivo de las cualidades del ser humano que llevan al practicante a aprender transformar el ataque en defensa y la defensa en ataque.
Lo que se esconde detrás de esta visión es en realidad algo mucho más profundo, como la conservación de la vida, que representa el auténtico sentido del arte marcial
Puede que, acostumbrados a la espectacularidad de otras artes marciales, esta nos parezca lenta y blanda, dado sus movimientos circulares. Pero, en realidad, se trata de una técnica bastante dura y dinámica.
Beneficios de la práctica regular del aikido
Queda claro, pues, que la práctica regular del aikido nos traerá beneficios a distintos niveles: físicos, mentales, emocionales e, incluso, espirituales. Estos son algunos de los más notorios que en seguida empezarás a disfrutar si te decides por convertirte en practicante de este arte marcial:
- Desarrollo de la armonía en todas las partes de nuestro cuerpo
- Aumento de la elasticidad de las articulaciones
- Corrección de las desviaciones de la columna vertebral
- Mejora del control de la respiración
- Fuente de relajación
- Conocimiento y utilización de la energía
- Desarrollo de reflejos y equilibrio
Además, moralmente, nos inculpa principios como el respeto, la educación, la bondad y el autodominio, que harán que nuestra interacción cuerpo-mente nos lleve a un punto de bienestar y paz interior muy beneficiosa.