Es difícil hablar de un tipo de calzado perfecto para los meses de calor porque no es lo mismo un zapato para ir de excursión a la montaña que para una cena romántica en la ciudad o para salir a bailar. Antes de comprar un modelo, en cualquier época del año y especialmente en verano, hay que pensar qué uso queremos darle. Por ejemplo, aunque las sandalias planas tipo hawaiana pueden ser perfectas para ir a la playa o a la piscina, no lo son para un día ajetreado en la ciudad o para caminar grandes distancias.
De hecho, al dejar el pie descubierto, permitiéndole mayor libertad y dejando a la piel respirar, las sandalias son sin duda el modelo de calzado mejor adaptado al calor. Sin embargo, no todos los tipos de sandalias son aptos para todo tipo de situaciones. Las planas son cómodas si las utilizamos un tiempo corto pero dejan de serlo cuando las usamos a todas horas, especialmente si tenemos que caminar mucho. En general, para días activos, lo mejor es elegir calzado con un poco de tacón, entre 3 y 5 centímetros y, aunque deje la mayor parte del pie al aire, que agarre el talón para evitar torceduras.
Las sandalias, para ser confortables, deben hacer que el pie quede bien sujeto, gracias a las tiras delanteras y, si las tiene, a las del tobillo. También es importante que la suela sea de un material transpirable para evitar que el sudor se acumule dañando la piel. Para los que prefieran el calzado cerrado también en verano es aconsejable que opten por materiales ligeros como la lona o materiales tecnológicos que faciliten la transpiración.
El zapato (de verano) perfecto
Aunque existen infinidad de modelos favorecedores, a la hora de elegir calzado en verano hay que tener en cuenta otros factores, además de la estética.

El zapato (de verano) perfecto