Durante las Navidades, y al igual que sucede durante las vacaciones de verano, nuestras rutinas se ven alteradas. Los hábitos diarios de autocuidado suelen mutar por otros más festivos, entre los que suelen abundar las comidas copiosas, las largas sobremesas, el sedentarismo y los compromisos sociales.
Evidentemente, no hay nada malo en ello y lo más importante es disfrutar cada uno de estos momentos con plenitud y conciencia, pero sin culpabilidad ni remordimientos. Y si no sueles comer dulces y durante estos días vas a servir turrones y polvorones como postre, relájate y disfrútalos con moderación. Y si no tienes tiempo de entrenar cada día, no lo hagas. La cuestión es no sentir que te reprimes, pero, a la vez, no abandonar por completo nuestras rutinas saludables sino adaptarlas a la agenda navideña.
Con ellas, te será mucho más fácil equilibrar la balanza física, mental y emocional con sentido común, con paz y con tranquilidad. El entrenador mexicano Gustavo Melo lo explica así: “debes continuar con tu plan alimenticio y con tus hábitos. Darte unos caprichos no quiere decir que lo abandones todo” (también puedes poner en práctica nuestros 10 consejos para tener unas Navidades más saludables).
Manteniendo el entreno, mejorarás las digestiones pesadas y liberarás tensiones
De hecho, la actividad física es clave para contrarrestar algunos de los efectos de las comilonas: con movimiento, mejorarás las digestiones pesadas y liberarás tensiones, disminuyendo así la sensación de ansiedad y malestar. Además de contribuir a no aumentar de peso durante estas fechas.