Existen dos tipos de traumas deportivos:
- Los agudos. Son los que ocurren justo en el momento en el que se está realizando deporte o ejercicio. Suelen producirse por un movimiento brusco, incluso inesperado, para el que los músculos, tendones y ligamentos implicados no están preparados.
- Los crónicos. Son magullamientos que reciben este nombre bien porque no han curado adecuadamente después de un tratamiento, bien porque se desarrollan lentamente con el tiempo y tienden a doler, cada vez más, incluso cuando se está en reposo.
Lesiones deportivas más comunes
Los traumatismos en el deporte pueden afectar a diferentes tejidos del organismo, situarse a mayor o menor profundidad y ser más o menos graves dependiendo del impacto o el movimiento que se estaba realizando en el momento de producirse la lesión.
Las más comunes son:
- La tendinitis. Consiste en la inflamación de un tendón. Se produce porque se repite un determinado movimiento a menudo y durante bastante tiempo, por lo que el tejido no tiene oportunidad de descansar, recuperarse y curar. Además del codo de tenista que hemos mencionado anteriormente, otras muy habituales entre los deportistas son el codo de golfista (epicondilitis medial) y la rodilla del saltador (tendinitis rotuliana).
- El esguince. ¿Te acuerdas de aquella vez que te caíste en la escuela o el instituto, te dijeron que tenías un esguince, y que no podías apoyar el pie durante unos 10 o 12 días? El esguince es una de las lesiones más habituales y no tiene por qué estar vinculada a la práctica deportiva, aunque realizarla aumenta considerablemente la probabilidad de sufrirlo.
Un esguince es un estiramiento o desgarro de los ligamentos, siendo el más común el esguince de tobillo. Mientras que los esguinces leves pueden tratarse en casa simplemente con hielo, reposo y manteniendo unos días el pie en alto, los más profundos pueden requerir atención médica inmediata, pues pueden producir lesiones más graves, como fracturas.
- La distensión muscular. A esta lesión también se la conoce como “tirón muscular”. Consiste en el estiramiento exagerado de un músculo. Tanto, que termina desgarrándose. Es una lesión muy dolorosa y se produce cuando se realiza un esfuerzo excesivo. Las distensiones musculares más habituales se producen en los isquiotibiales, el músculo recto anterior y el músculo gastrocnemio (gemelo).
- Lesiones óseas. Las más habituales son las fracturas de huesos, aunque pueden producirse otras, como inflamaciones por sobrecarga y edemas, inflamaciones que se producen dentro del hueso causados por una sobrecarga física o una aplicación excesiva de energía.
- Sinovitis. El líquido sinovial amortigua la fricción entre cartílagos y otros tejidos de las articulaciones. Este fluido está dentro de una membrana que recubre las articulaciones de la rodilla, cadera, hombro y manos. Cuando esta membrana se inflama, bien por desgaste de la articulación, bien debido a un fuerte impacto mientras se practica deporte, aparece la sinovitis. Entre las más habituales está la sinovitis de rodilla.
- Dolor lumbar. Las lesiones en la espalda son comunes en personas que practican atletismo porque este deporte causa sacudida repetitiva y comprensión sobre las pequeñas articulaciones que tenemos en la espalda. Esta presión sobre la columna vertebral es mayor en la zona lumbar.
¿Por qué se producen y cómo prevenirlas?
Las contusiones deportivas más habituales se producen por diferentes causas y la gran mayoría se pueden prevenir:
- Falta de forma física. Si el cuerpo no está habituado a movilizarse es normal sufrir lesiones, especialmente cuando se inicia la práctica deportiva. Si no estamos en forma lo mejor es empezar poco a poco con ejercicios sencillos y moderados que permitan a las fibras musculares acostumbrarse al movimiento.
- Falta de calentamiento o, si se realiza, es inadecuado. Es esencial calentar unos minutos antes de empezar a realizar un mayor esfuerzo físico. Los estiramientos de músculos y articulaciones preparan al organismo para un esfuerzo mayor y ello ayuda a evitar lesiones. Al terminar la práctica deportiva también es importante estirar porque así se elimina la tensión de la musculatura y se disminuyen las probabilidades de sobrecarga o lesión.
- Descanso no adecuado o falta de reposo. El cuerpo necesita recuperarse después de realizar ejercicio. No descansar puede aumentar el riesgo de lesionarse la próxima vez que se practique deporte. Dormir entre siete y ocho horas diarias y tomarse algún día de descanso entre semana facilita la recuperación del cuerpo.
- Condiciones ambientales. El frío o la humedad pueden aumentar el riesgo de lesión. Por ejemplo, si ha llovido y el terreno de entrenamiento está húmedo o es irregular, es más probable que el deportista sufra un esguince o se caiga. En estas situaciones es interesante valorar si ese día conviene practicar deporte o es preferible esperar unas horas o al día siguiente hasta que la situación mejore.
- Alimentación inadecuada. La falta de micronutrientes esenciales puede aumentar las probabilidades de lesionarse. Una alimentación e hidratación adecuada al tipo de actividad física que vayamos a realizar incrementa el rendimiento físico y ayuda a desarrollar la masa muscular, así como a reducir el riesgo de traumatismos.