Modifica tus hábitos con el método Alexander

Cualquier persona interesada en mejorar el uso que hace de su cuerpo, encontrará en la técnica Alexander el método ideal para ello. Nuestro cuerpo nos habla constantemente dándonos avisos para que paremos y corrijamos los malos hábitos adquiridos. La técnica Alexander enseña cómo hacerlo.

Eduardo Tilve, profesor de este beneficioso método, aclara que "la técnica Alexander es un aprendizaje vivencial, no una terapia. Es un método para aprender a hacer un uso óptimo del propio organismo a la hora de realizar cualquier actividad. Conscientemente o no, todos hacemos un uso de nuestro organismo que afecta a su funcionamiento. Como se trata de un aprendizaje y no de una terapia, la técnica Alexander se puede recomendar siempre. La única contradicción es que los resultados no llegan rápidamente".

Este aprendizaje busca cambiar paulatinamente los patrones de movimiento del organismo, pero el gran problema es que están tan enraizados que ya no los notamos. La intervención del profesor se hace imprescindible en ese momento para poder percibir mejor qué es lo que estamos haciendo mal con nosotros mismos.

Las sesiones son individuales y suelen durar entre 30 y 45 minutos. En ellas, el profesor, mediante instrucciones verbales, pero sobre todo utilizando sus manos para detectar tensiones perjudiciales, intenta hacer pasar al alumno por la experiencia de utilizar su cuerpo de una forma adecuada con movimientos muy sencillos. La repetición de estas experiencias nuevas lleva al alumno a aplicarlas a las actividades de su vida cotidiana.

Los beneficios de la técnica Alexander son múltiples, entre los que destacan, en opinión de los propios alumnos, la sensación de relax, buen humor, seguridad, tolerancia, sensibilidad y vitalidad. "Ya no me aburro cuando estoy esperando el autobús: ahora puedo pensar en mis direcciones y me canso menos cuando estoy un rato de pie", destaca una estudiante del centro de Belén Cobos en Valencia.