En el norte de Europa ir en bicicleta es un hecho cultural. Las calles de Ámsterdam o Copenhague están repletas de bicicletas, incluso existen párquines abarrotados con todo tipo y colores de este medio de transporte. Aquí, el uso de la bicicleta se está extendiendo cada vez más, pues aporta una infinidad de beneficios. Por una parte para nuestro organismo ya que, al fin y al cabo, estamos realizando ejercicio físico.
Cada vez que pedaleamos beneficiamos nuestro cuerpo aumentando la capacidad pulmonar, fortaleciendo el corazón y ayudando a reducir el llamado colesterol malo. Además, si utilizamos la bici regularmente, lograremos evitar el sobrepeso y aumentaremos la musculatura de nuestras piernas.
Ir en bici también es reconfortante para nuestra mente, ya que cuando realizamos ejercicio físico creamos endorfinas, conocidas como hormonas de la felicidad. A su vez, al ser una actividad que se realiza al aire libre nos permite relacionarnos con el entorno: notar el viento, sentir el sol en nuestra piel, oler la tierra húmeda, escuchar el canto de los pájaros y hasta descubrir lugares y paisajes nuevos. Un cúmulo de sensaciones placenteras que mejorarán nuestro bienestar. Se puede subir a la bicicleta solo o en familia, sea como sea es una garantía de experiencias con el mundo.
Además es una actividad económica para los bolsillos, en la que tan sólo se necesita un casco, unos guantes, y en caso de que sea de noche, un chaleco reflectante. Adaptando el paseo al ritmo que cada uno desee, la bicicleta te proporcionará una sensación de libertad y autonomía vivificante que aumentará al pensar que se está realizando una actividad respetuosa con el entorno. No hay mejor forma de disfrutar y cuidarse que pedaleando.
Pedalea por un beneficio colectivo
Ir en bici es una actividad en acorde al entorno, a la mente y al cuerpo. Una forma de pasar tu tiempo libre y estar en contacto con el exterior de la forma más saludable posible.
