Hoy en día todos coinciden en que practicar ejercicio es algo fundamental para la buena salud: regula la presión arterial, previene y ayuda a controlar la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, problemas de articulaciones y trastornos de la salud mental. Sin embargo, muchas veces el problema surge a la hora de elegir el deporte a realizar. Podemos empezar por el tipo de ejercicio: el aeróbico o el anaeróbico.
Los ejercicios aeróbicos como correr, ir en bicicleta, caminar o nadar ayudan a bajar de peso, mejoran la función cardiovascular, regulan la presión sanguínea y bajan los niveles de colesterol, entre otros beneficios. Diferente es el caso de los ejercicios anaeróbicos, que consisten en actividades de corta duración y de mucha intensidad basadas en la fuerza, como el levantamiento de pesas. Con este tipo de ejercicio usualmente lo que se busca es el desarrollo de la musculatura.
Debemos tener en cuenta que cada deporte se puede relacionar con un carácter. Las personas apasionadas se sienten inclinadas hacia los ejercicios de resistencia y de resistencia sostenida, así que ir en bicicleta, hacer remo, esquí de fondo o correr son actividades ideales para ellos. Las personas sentimentales que piensan que el ejercicio no está hecho para ellos es conveniente que elijan actividades en grupo, agradables y cálidas como marchas a pie, esquí de fondo o tiro con arco.
Por otro lado, las personas nerviosas tienen tendencia a pasar de una actividad a otra y tienen dificultades para practicar un deporte de forma continuada. Necesitan experimentar nuevas sensaciones y emociones, así que suelen estar cómodas practicando actividades físicas complementarias al aire libre según la estación del año. Por último, para las personas competitivas se recomiendan los deportes clasificados como juegos: el fútbol, el baloncesto o el tenis, entre otros.