Es una disciplina que se practica en Oriente desde hace milenios, pero no ha sido hasta el confinamiento del año pasado que muchos occidentales han llegado hasta ella. El yoga, esta práctica que busca el equilibrio entre la mente y el cuerpo, se ha convertido en una rutina diaria imprescindible para muchos y en una auténtica herramienta de autoconocimiento.
Y no es de extrañar. Mucho más allá de ayudar a nuestro cuerpo a mantenerse sano, fuerte y flexible, el yoga tiene un profundo impacto en nuestra área mental, emocional y espiritual. Y de eso nos habla precisamente Anna Alfaro en su libro “Yoga para equilibrar las emociones. Rituales y prácticas para encontrar el bienestar”, una obra en la que la autora explica cómo el yoga puede ayudarnos a hacer frente a estados emocionales como el miedo, la tristeza o la ira, y a potenciar aptitudes y actitudes positivas como la creatividad, la calma o el amor propio.
Muchos llegamos al yoga cuando ya estamos estresados, desequilibrados o padecemos algún problema de salud. ¿Crees que se está haciendo demasiado hincapié en la capacidad del yoga de ayudarnos a trascender estas dificultades cuando ya las padecemos en lugar de integrarlo como una herramienta más de prevención y de mantenimiento de la salud cuando estamos sanos?
La prevención es algo esencial, aunque estamos mucho más acostumbrados a atender lo que nos duele y molesta en lugar de trabajar con nosotros antes de padecer cualquier malestar. Para mí lo ideal es cuidarnos a diario, en pequeñas o grandes dosis, cada uno ha de ver qué se siente bien para él o ella, de qué tiempo dispone, qué necesita y qué encaja con su estilo de vida, valores y predilecciones, pero es importante trabajar con uno mismo para garantizar un bienestar y equilibrio que para mí, sin duda, es un derecho y una prioridad para vivir una buena vida.
Solemos simplificar el yoga confundiéndolo exclusivamente con las asanas o posturas físicas cuando, en realidad, se trata de una filosofía de vida que también nos habla de ética y de espiritualidad. ¿Cómo se mantiene una actitud yogui más allá de la esterilla?
Cuando la persona empieza a adentrarse seriamente en el yoga, a ser algo regular en su día a día, a comprometerse con ella misma y su práctica, la persona va conectando cada vez más y más consigo misma y eso le lleva a observarse, escucharse, conocerse y atenderse a partir de todo eso que va descubriendo de ella misma, de su vida, valores, estilo de vida… Y empiezas a hacer revisión de todo, a poner en tela de juicio, a aplicar cambios que tienen que ver con tu bienestar y, como decía, con tu estilo de vida. Cambias cosas a nivel de alimentación, consumo, tu relación con el entorno y los demás… Es muy interesante como el trabajo que se sucede en la esterilla, va más allá de ella en cuanto a manera de relacionarte contigo y con todo. Mayor flexibilidad mental, menos reactividad y una actitud más suave en general ante las cosas.
Es muy interesante como el trabajo que se sucede en la esterilla, va más allá de ella en cuanto a manera de relacionarte contigo y con todo
¿El yoga es una forma de meditación?
El yoga es movimiento y respiración y en él puede haber momentos de meditación, de completa quietud y silencio, de máxima conexión con una misma y lo que te rodea, llevando tu atención al interior y a tu respiración.
¿Cuánto debemos practicar para que el yoga sea realmente efectivo?
No creo que haya un número de días o de horas. El yoga es una práctica muy personal, intuitiva y de escucha y fluir. Hay que partir de la base de que no debemos exigirnos sino probar, experimentar e ir viendo cuando suceden los beneficios, qué me va bien a mí y qué me funciona y cada uno marcarse sus mínimos. Sí diría que, para mí, al menos, es más preferible una práctica regular diaria (o casi diaria) aunque sea de menos tiempo que un intensivo de 2-3 o más horas un día a la semana.
¿La impaciencia y la frustración por no poder realizar una asana completa en el momento presente son los peores enemigos del yoga?
Puede ser, sí. A menudo, sobre todo cuando comenzamos, queremos hacer “ya” esa postura que hemos visto en alguna imagen, llegar a la postura acrobática en ocasiones, pero el yoga no va de eso, no debería. La paciencia es esencial y el respeto a la evolución de cada uno, a sus tiempos, a su energía, a su propio cuerpo y limitaciones. No todos respondemos igual ante una postura y eso está bien. Por eso es importante conocerse y respetarse, en el día a día mismamente porque no hay dos días iguales y eso quiere decir que tú hoy no estás igual que ayer ni tampoco cómo estarás mañana. Puedes estar más cansado, más disperso, con preocupaciones, con menos energía… y eso afecta a tu práctica, pero está bien, no hay que verlo como algo negativo, todo lo contrario. El yoga va de escucharse y respetarse. ¿Cómo estoy hoy, ahora, cómo me siento? ¿Qué necesito? Me observo y me doy eso que el cuerpo, la mente y el alma me piden en estos momentos.
La intuición es esencial pero no solo en la esterilla, también en la vida
En el libro, propones a los lectores identificar la emoción que sienten y realizar una serie de posturas concretas para gestionarla o potenciarla. ¿Podríamos considerarla una propuesta de yoga intuitivo?
La práctica de yoga tiene que ver con el sentir. Como decía antes, qué estoy sintiendo ahora mismo y en base a eso, realizar la práctica que sientas que mejor te conviene de modo que sí, tiene que ver con la intuición. De hecho, para mí la intuición es esencial pero no solo en la esterilla, también en la vida.
El problema es que a veces nos cuesta identificar qué es exactamente lo que sentimos, o bien decidimos ignorarlo conscientemente con el objetivo de que desaparezca…
Muy cierto. Muchas veces se prefiere ignorar lo que sentimos y ocupar el tiempo para no sentir esperando que se esfume por arte de magia, pero eso no es así, no funciona de este modo. Mi propuesta es que, aunque duela, moleste e incomode, es importante detenerse y escucharse. No es sencillo al principio identificar con claridad qué nos pasa y mucho menos de dónde viene, qué lo causa y qué puedo hacer para ayudarme, pero como todo, es cuestión de práctica, de acudir a recursos y herramientas, explorar, experimentar, seguir practicando, pedir ayuda si es necesario… Y luego, con el tiempo, cada vez resulta más sencillo identificarlo, aunque eso no significa directamente que sea más fácil solucionarlo o moleste menos lo que sentimos, pero repito, la práctica ayuda.
Explicas cómo los bloqueos en el cuerpo nos dan pistas sobre cuáles son nuestros bloqueos mentales y/o emocionales. Por ejemplo, la acumulación de rabia suele manifestarse en rigidez en las caderas. ¿Cuáles son los más habituales?
En el libro hablo de la rabia y de las caderas, también del plexo solar – zona del corazón y pecho, que muchas veces está relacionado con la tendencia a cerrarnos, a estados de ánimo y energía más bajitos, tristeza, etc…
Aunque duela, moleste e incomode, es importante detenerse y escucharse
Además de las posturas recomendadas para cada emoción o para alcanzar nuestro potencial, también propones otras prácticas y rutinas que nos ayudarán a alcanzar nuestro objetivo, como el journaling, la práctica del silencio o el contacto regular con la naturaleza. Todas ellas están enfocadas a vivir más lentamente, ¿verdad?
Exacto, buscar un ritmo más lento y de ese modo consciente, dándonos cuenta de lo que vivimos en cada momento, tratando de no encadenar una cosa tras otra ni varias al mismo tiempo. Lo que conocemos también como mindfulness.
Existe el prejuicio de que el yoga es una práctica lenta y aburrida. ¿Qué respondes cuando te lo dicen?
Para mí no es ni lo uno ni lo otro. Hay distintos estilos de yoga y cada uno de ellos tiene sus ritmos, así como su foco de atención y de trabajo para que cada uno pueda encontrar el estilo que mejor encaje con él/ella. Si se quiere de una práctica más dinámica, existe el Vinyasa Yoga o Jivamukti, y también el Ashtanga. Para prácticas más lentas, que no creo que aburridas, el Yin yoga, por ejemplo, o el Hatha yoga, en el que te mantienes durante más respiraciones en una postura.