Mi propuesta para este mes es un plato muy sencillo y fácil de preparar, compuesto por dos elaboraciones muy mediterráneas y repletas de sabor: la polenta y la gremolata. Y para contrastar la suavidad de la polenta, también le añado unos deliciosos espárragos salteados que le aportan una textura crujiente y hacen que la combinación final resulte exquisita.
Este puede ser un plato único perfecto, si añadimos un huevo preparado de la manera que más nos guste, o alguna proteína de origen vegetal.
La polenta
La polenta es un ingrediente muy típico de la cocina italiana. Se trata simplemente de maíz seco triturado con una textura de sémola, que no es ni muy fina ni muy gruesa. Es un ingrediente sin gluten, rico hidratos de carbono de asimilación lenta y de fácil digestión. Contiene betacarotenos (solo el maíz de color amarillento), vitaminas del grupo B y minerales como el potasio o el magnesio.
Su cocción es muy rápida, tan solo se necesitan unos pocos minutos para obtener una preparación que se asemeja mucho a una papilla o a un puré. Una vez la tenemos lista, la podemos consumir así mismo, siempre que la hayamos aderezado con algunas especias o hierbas, o acompañarla de otros ingredientes para aportarle sabor y texturas (como es el caso de esta receta). Una vez se enfría, esta preparación se convierte en un bloque sólido que podemos cortar de la forma que queramos y preparar otro tipo de recetas muy diferentes con ella.
La gremolata
La gremolata es un aliño o salsa verde de origen italiano, que se prepara en 5 minutos y que se elabora con perejil fresco, ajo y ralladura de limón, mezclados con aceite de oliva virgen extra y sal. En su país de origen se acostumbra a utilizar para acompañar algunos tipos de carne, pero es tan sabrosa y deliciosa que queda bien con cualquier otra preparación, ya sea proteína, cereal, legumbre o verdura.
Es tan sencilla de preparar como picar muy finito el perejil, prensar los ajos, rallar el limón y luego mezclarlo todo con sal y un buen aceite de oliva virgen extra. La cantidad de éste último es al gusto de cada uno, a mí me gusta que quede jugosa, pero siempre puedes utilizar menos y obtener una gremolata más seca.
Para terminar este plato he salteado unos espárragos verdes que simplemente hay que añadir al final, una vez la polenta está servida. La combinación de estas tres preparaciones queda tan deliciosa, que estoy segura de que su sabor te sorprenderá... ¡y te encantará!