Toda relación de pareja pasa por distintas fases y etapas: la ilusión y el enamoramiento de los primeros meses pierden intensidad, pero aumenta la confianza, conocemos más a la otra persona y, con el tiempo, se asienta una relación más madura. En las distintas fases, al igual que varían factores como la comunicación, la ilusión o las rutinas, puede cambiar el deseo sexual. ¿Y qué pasa cuando este disminuye? Nada, siempre que sepamos comunicarlo a nuestra pareja y encontremos el porqué de esta falta de libido.
A menudo el deseo sexual puede variar por factores como el estado de ánimo, como explica la psicóloga y directora de Avance Psicólogos, Laura Palomares: “si hay un exceso de estrés, el deseo sexual se inhibe. En ocasiones, otros motivos son hormonales o físicos y es normal que haya rachas de mayor o menor libido”.
Otra cosa distinta es cuando la libido es normal y, sin embargo, no sentimos atracción hacia nuestra pareja. En ese caso, se suma un sentimiento de culpa que, a su vez, acaba influyendo en el deseo sexual, haciendo que baje todavía más: “esto da lugar a un círculo vicioso que trae consigo la evitación de contacto físico y afectivo y otros problemas de comunicación”, señala la psicóloga.
La comunicación, clave
Y es que precisamente la comunicación es la base de toda relación, también en el terreno sexual. Dicen que el cerebro es el órgano sexual más poderoso, por lo que, si no construimos una relación de confianza y total comunicación con nuestra pareja, es posible que esa chispa y atracción del principio de la relación sean difíciles de recuperar y nos establezcamos en una rutina que nos acabe desgastando.
Entre las causas que pueden explicar una falta del deseo sexual hacia nuestra pareja están los conflictos no resueltos (por ejemplo, un enfado que no comuniquemos), los problemas continuados con la familia política, las inseguridades personales o tabúes o simplemente que un miembro de la pareja no se sienta satisfecho, algo que ocurre a muchas mujeres a raíz de que el sexo se explique y se enseñe enfocado al placer de los hombres.
Sea cual sea la causa, lo importante es, de nuevo, comunicar: poner el problema sobre la mesa, sin buscar culpables y estar de acuerdo en querer solucionarlo, además de empezar a fomentar un acercamiento: