Es inevitable. Casi imperceptible. Hasta que algo estalla o lo hacemos estallar. Y es que, las emociones también influyen en la sexualidad. De hecho, constituyen una parte consustancial del ser humano que atraviesa cada una de nuestras relaciones y, en esta caso, las sexuales, no iban a ser menos. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye a las emociones en su definición de "salud sexual" como "ese estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad". Y tú, ¿comunicas tus emociones y sentimientos con tu pareja?
Del "tenemos que hablar" a la acción va un paso. Muchas veces inevitable o ineludible. En ocasiones, hay personas que no son capaces de expresarle a su pareja dónde quieren llegar o qué necesitan. Y el peso se va haciendo cada vez más grande, las emociones se acumulan y en algún momento estallan de forma inesperada. Incluso en la cama pueden aparecer reproches, miedos o inseguridades. Existen muchas maneras de gestionar tus emociones antes de sentirte desbordada o desbordado y todo pasa por el autoconocimiento, la escucha y la capacidad de transmitirle al otro o la otra tus deseos. Si no existe ese intercambio entre lo que uno quiere más lo que el otro espera, el hilo que conecta esa comunicación se rompe. En lo personal, pero también en lo sexual. De hecho, para la sexóloga Eva Moreno "la buena comunicación fuera de la cama se traduce en una buena comunicación dentro de la cama".
En el fondo, una buena comunicación de pareja pasa por expresar los deseos sexuales evitando reproches, sin exigir y llegando a acuerdos. Por ejemplo, se puede negociar la frecuencia de encuentros sexuales que satisfagan las necesidades de ambos. Probar con juegos, innovar o explorar nuevas sensaciones. Lo importante es que exista una escucha. Y es que, muchos de los problemas que surgen en las parejas tienen que ver más con lo que no se ha dicho que con lo que se ha dicho. Porque al final, cada una de las personas que forman una pareja tienen la responsabilidad de expresar lo que sienten y comunicarlo. Esperar a que el otro o la otra adivine nuestro estado de ánimo no facilita la comunicación, la vuelve incluso más complicada y exigente. Olvídate del "si me quiere tiene que saber lo que siento" y construye un puente lleno de palabras que te una con tu pareja, tanto en el plano afectivo como en el sexual. ¿Todavía te preguntas, cómo hacerlo?
Para empezar cuida tu lenguaje emocional. Es decir, generar intimidad con tu pareja requiere un vocabulario emocional que exprese cómo nos sentimos y comunique las emociones. Escoge aquellas palabras que mejor expresen estados como la alegría, el amor, la aversión, la ira, el miedo, la tristeza o la vergüenza.
El cuidado de las emociones aporta beneficios en todos los ámbitos vitales, y especialmente en el que nos ocupa, el terreno sexual. Mejorando la habilidad para gestionar y expresar las emociones, mejorará la habilidad para expresar los deseos y necesidades. Al ser capaz de expresar lo que quieres y necesitas, aumentará tu seguridad y autoestima. Esto se refleja directamente en el acto sexual y el deseo. Al final, cuántas más habilidades, menos presión.
También es importante la empatía que tenéis el uno con el otro, que se refiere a la conexión mental y afectiva. Nos permite no solo congeniar con la otra persona, sino ponernos en su piel y reconocer sus emociones y necesidades. Esto por otra parte requiere otra de las herramientas fundamentales en una pareja, se trata de la escucha consciente, que también se puede aprender. La escucha consciente supone escuchar a la otra persona como si fuera una parte de nosotras, es decir, de escuchar plenamente, eliminando todos los ruidos internos, para comprender lo que nos dices y captar su estado emocional.
Descubre ahora estos seis consejos que te permitirán fortalecer la empatía con tu pareja y evitar así relaciones sexuales tóxicas. Esas en las que una de las dos partes de la pareja no disfruta por no ser capaz de expresar lo que siento o necesita. O en su defecto por que el otro o la otra no le da la confianza suficiente para tramistirlo. Al final, como todo, esto es también cosa de dos.