En la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Y así hasta que la muerte (o las instancias judiciales sancionando el final de la pareja) os separe. La vida en pareja es un compartir, un mirar por el bien del contrario, un ceder de vez en cuando. Pero no siempre. Hay ocasiones en las que, por muy enamorada que estés, debes plantarte y mirar por tus propios intereses.
Las psicólogas Raquel Fernández y Noelia Luna, del Centro Ishtar, son expertas en terapia de pareja. Y reconocen que para garantizar una vida saludable en común a veces toca ser un poco egoístas (en el buen sentido). «El egoísmo en su justa medida no es que sea bueno en una relación, es que es necesario. No podemos olvidar querernos. Esto implica ser un poco egoístas de vez en cuando». Él o ella se enamoró de ti por cómo eras, por tus gustos, tus aficiones y por la felicidad que todo ello te aportaba. Una vez os convertís en dos siempre hay una cesión de terreno, pero si renuncias a todo, dejas de ser tú. Pierdes parte de tu personalidad o dejas de disfrutar y te conviertes en esa esposa amargada que juraste que nunca serías.
Estas dos psicólogas nos señalan algunas situaciones en las que merece la pena plantarte e imponer tu voluntad.
1. Sé egoísta para descansar lo suficiente y disfrutar de tu pareja y tus hijos en óptimas condiciones
Las tareas domésticas, ir a la compra o ayudar a los niños con los deberes son cosa de dos. No dejes que se escaquee. Evitarás vivir con la sensación de ser la criada de la familia y tendréis más tiempo para pasarlo bien juntos.
2. Egoísta para tener tu parcela personal
¿Quieres apuntarte a un curso de pintura? ¿Preparar un triatlón? ¿Quedar a comer con tus amigas? ¿Un café con tu hermana? ¿Esa quedada semanal con tus padres? Debes preservar ese terreno en el que te sientes realizada, satisfecha, independiente, libre, amiga, hermana, hija y que tanto te aporta a nivel personal. Lejos de alejarte de tu pareja, te hará sentir más segura de ti misma, más feliz, más valorada y, por consiguiente, aportarás más a tu relación de pareja.
3. Egoísta para cuidarte estéticamente y sentirte bien contigo misma
Defiende a capa y espada esos minutos antes de acostarte para darte tus cremas y mascarillas, impón tu tarde de baño con aceites, tu escapada a la peluquería, a hacerte las cejas o a la manicura. Ve al gimnasio aunque él llegue antes a casa. No abandones la dieta porque tú pareja quiera cenar fritura ni permitas que se mofe de ti por tus ensaladas y filetes a la plancha. Sentirte a gusto con tu cuerpo se acaba reflejando en tu conducta.
4. Egoísta para tu sexualidad
Conoce bien las reacciones de tu cuerpo de forma que sea mucho más fácil la comunicación con tu pareja. Masturbarse no es malo. Considéralo como un entrenamiento para el partido final con tu pareja.
5. Egoísta para disfrutar en tus encuentros amatorios
Que alcanzar el máximo placer no sea casualidad, sino que forme parte de la hoja de ruta del dormitorio. Se acabó lo de fingir orgasmos o simular que te está encantando el sexo, aunque te esté aburriendo o doliendo. Exige tu disfrute: esa actitud de satisfacción excita a nuestra pareja y maximiza la calidad de nuestro encuentro.
6. Egoísta para hacer cosas que te protejan de situaciones difíciles
Excúsate de acudir a reuniones sociales hostiles o de esos momentos en los que vas a sentirte como pez fuera del agua.