"Tratar de cambiar al otro es la forma más habitual y extendida con la que nos acabamos cargando la mayoría de las relaciones", no hacen falta muchos más apuntes al respecto. Así de contundente y claro lo explica la psicóloga Silvia Congost en el libro 'Diez maneras de cargarte una relación de pareja'. En ocasiones, cuando algo no nos gusta tratamos de cambiarlo en nuestro propio beneficio. No ocurre lo mismo en las relaciones de pareja, las cuales a base de exigencia pueden llegar a bloquearse. Por eso, es importante que, tras la etapa del enamoramiento, cuando nos encontramos con la esencia de la otra persona y sin la quimera del primer deseo, emprendamos uno de los pasos más importantes en una pareja: la aceptación.
Sin aceptación las cosas no funcionan en ninguno de los planos de la vida, pero mucho menos en las relaciones amorosas. Si solo te dedicas a presionar a tu pareja y quejarte de cómo es, de lo que dice, de cómo lo dice e incluso cuestionas su forma de pensar, he aquí el mayor síntoma de que sí, querida, querido, estás tratando de cambiar a tu pareja y eso sí es un problema.
De hecho, no es algo sano ni para ti ni para él o ella. Intentar transformar a la pareja requiere de grandes dosis de energía por parte de quien ejerce esa presión. Por otro lado, las consecuencias emocionales en la vida de la otra persona que no desea hacer ningún cambio pueden ser irreversibles. Sobre todo, teniendo en cuenta que, por lo general, esa persona se siente bien siendo como es. Entonces, ¿dónde está el problema?
Aunque cada relación es de una manera y, es cierto que todos podemos hacer pequeños cambios personales para que la relación funcione mejor, este no es el caso. Más allá de ese perfilar ciertos aspectos o ceder, cuando una persona intenta cambiar a otra, esto tiene nombre y Congost lo explica perfectamente: manipulación.
"Cuando uno actúa así, tratando de manipular al otro, no está pensando en ese otro sino en sí mismo. En lo que él o ella quiere, y poco importa lo que el otro desee o sienta que necesita de verdad".
Pero ¿cómo se llevan a cabo estas pequeñas manipulaciones? Lo importante es atender al discurso. Por ejemplo, cuando una persona quiere lograr un cambio en su pareja, está convencido de que lo está haciendo por su bien, para que mejore, para que crezca... Pero lo que no se da cuenta es que solo está esperando que la otra persona cumpla con sus expectativas, con sus propios intereses.
Por eso, según Silvia Congost la solución no está en buscar que tu pareja sea perfecta, ni que se acomode a todos nuestros gustos o necesidades, sino que "para construir una relación sana debe haber una aceptación total de lo que es la otra persona, de su esencia y de su personalidad".
Sin respeto, aceptación y admiración las relaciones no llevan a ningún punto. Podemos no estar de acuerdo en algunos aspectos, pero debemos reaccionar siempre con respeto. Nada de hacerle sentir mal o menospreciar su punto de vista. Mucho menos, tratar de convencer a la otra persona para que piense como tú.
La admiración es el elemento clave en una relación, pero solo aparece si hay aceptación y respeto
Conductas erróneas e insanas
Más allá de la claves que ya hemos visto, quizá todavía te preguntas, ¿qué puedo hacer yo para que mejore la relación? ¿Qué podría modificar? Hacer ejercicios de autorreflexión no siempre es fácil, sobre todo cuando descubrimos que todos tenemos nuestros defectos. Pero, solo haciéndonos preguntas podemos llegar a la conclusión de que hay una serie de conductas que, con mayor frecuencia, pueden hacer sentir mal a nuestra pareja y que deberíamos detectar para cambiarlas.