Aunque, probablemente, lo primero que nos viene a la cabeza cuando pensamos en el concepto de adicción sea la dependencia a sustancias tóxicas y psicoactivas como la cocaína, la heroína, los opiáceos o el alcohol, también existen otro tipo de adicciones igualmente peligrosas, pero totalmente normalizadas. La dependencia al tabaco, al trabajo o al móvil son algunas de ellas, mucho menos inocentes de lo que solemos creer.
Pero, entre las muchas que existen, puede que la adicción al sexo sea una de las más incomprendidas y de las que más prejuicios acarrea. De hecho, a pesar de que se está estudiando el comportamiento sexual “excesivo” desde hace ya más de dos siglos, todavía no hay consenso científico a la hora de establecer si se trata de una enfermedad o no.
Utilizamos el concepto de adicto sexual para juzgar comportamientos que no nos encajan o bien para excusar conductas inapropiadas
Sea como sea, y de forma general, tendemos a cometer dos graves errores en torno a esta cuestión que dificultan la comprensión y aceptación de este trastorno. El primero es el de utilizar el término de adicto al sexo sin criterios clínicos con el fin de juzgar y patologizar comportamientos sexuales que no encajan con nuestros estándares personales por cuestiones religiosas, culturales o morales. En ese sentido, la comunidad LGTB ha sufrido desde tiempos inmemoriales el peso de este injusto cliché, de la misma forma que lo siguen sufriendo muchas personas con atracciones y comportamientos sexuales menos ortodoxos o tradicionales como el BDSM, el intercambio de parejas, el fetichismo o, incluso, el poliamor. A pesar de que, evidentemente, cualquiera de estas personas puede ser sexo dependiente, no existe una relación directa entre este tipo de predilecciones y la adicción sexual propiamente dicha.
El segundo de los errores tiene que ver con el uso consciente del concepto de adicción al sexo como excusa para cometer conductas sexuales inapropiadas o delictivas. Por ejemplo, para forzar a la pareja a tener relaciones cuando no quiere, cuando se es infiel o se franquean límites establecidos y pactados con la pareja e, incluso, en caso de acoso, abuso o violación. Sin embargo, en la mayoría de estos casos, los expertos aseguran que no existe un problema de adicción, sino que el sujeto lo utiliza como excusa para presentarse como víctima, justificarse y evitar la responsabilidad de sus acciones.

¿Tengo la libido alta o soy adicto al sexo?
Existen muchos factores que pueden alterar nuestra libido y aumentar nuestro deseo sexual en distintos momentos de nuestra vida. Estos son algunos de los más frecuentes:
- Cambios hormonales
- Consumo de alimentos afrodisíacos
- Consumo de alcohol
- Masturbación frecuente
- Factores psicológicos
- Factores situacionales
En ese sentido, los sexólogos consideran totalmente normal que nuestro deseo sea más alto cuando iniciamos una nueva relación de pareja, cuando hace mucho tiempo que no tenemos relaciones, cuando nos enamoramos o cuando nos rodeamos de personas que nos resultan especialmente atractivas, entre muchas otras situaciones. En la mayoría de casos, practicar sexo, aunque sea muy frecuentemente, se relaciona con una vida sexual activa y plena, algo que contribuye decididamente a mejorar nuestra calidad de vida.
La línea roja se encuentra en el momento en que el deseo se convierte en un problema que dificulta nuestro día a día y que pone en riesgo nuestra salud
Sin embargo, la línea roja que separa la libido alta de la adicción al sexo se encuentra en el momento en que el deseo se convierte en un problema que dificulta nuestro día a día y que pone en riesgo nuestra salud o la de los que nos rodean. “Las personas con dificultades en la regulación de sus impulsos y deseos sexuales tienen mayor riesgo de involucrarse en prácticas poco seguras, con parejas no deseadas, padecer enfermedades de transmisión sexual y tener problemas legales”, explica Boris C. Rodríguez Martín, doctor en Psicología Clínica y miembro del equipo médico de la Clínica de Tratamiento de Adicciones Recal de Madrid.
Es decir, se trata de una adicción de comportamiento que comparte el mismo proceso de evolución y la misma sintomatología que el resto de adicciones a sustancias, afectando tanto a la salud física como a la salud mental y emocional del paciente. De hecho, en muchas ocasiones, la adicción al sexo puede ser una consecuencia de otros problemas psicológicos subyacentes o bien coexistir con otro tipo de adicciones. En cualquier caso, resulta imprescindible que las personas afectadas acudan a terapia sexual especializada para poner freno a esta grave situación.
No somos culpables del primer pensamiento, pero sí responsables de cómo lo gestionamos, es una frase que solemos usar en la Clínica Recal para el Tratamiento de Adicciones, recuerda el doctor Rodríguez Martín
Señales de que soy adicto al sexo
Independientemente de la edad, del sexo, del género, de la raza o del entorno sociocultural, existen algunos síntomas que comparten prácticamente todos los adictos al sexo y que conviene conocer para poder detectar si hemos cruzado la línea de la adicción: