- Escribe cada noche antes de acostarte cinco cosas buenas que te hayan pasado a lo largo del día. Pueden ser tan nimias como que el orista de la esquina te haya dicho "buenos días" o que hayan puesto una de tus películas favoritas en la televisión. Así te entrenarás en jar tu atención no sólo en lo negativo. Es un cambio de actitud.
- Presta atención a cómo te hablas a ti mismo. Que se te rompa un vaso no signi ca que seas un desastre, ni suspender un examen que no sirvas para los estudios. El lenguaje es muy poderoso y la forma en que nos hablamos puede echar por tierra nuestra autoestima y, con ella, la con anza en que las cosas puedan irnos bien. Procura hablarte como lo harías a un amigo en vez de juzgarte como si fueras tu peor enemigo. "Seguir usando una y otra vez palabras llenas de negatividad no sólo no nos va a ayudar a resolver los problemas que esas mismas palabras describen, sino que, muy al contrario, lo va a hacer aún mucho más difícil", escribe el Dr. Mario Alonso Puig en su obra Reinvertarse (Plataforma).
- Disfruta del instante. Siéntate en un banco en el parque o da un paseo jándote en todo tu alrededor. No dejes que los nervios por la reunión de esta tarde o el enfado por el atasco de esta mañana te impidan apreciar la caricia del sol o la sonrisa de un desconocido.
- Saborea las cosas. Date tiempo para apreciar lo que comes, lo que lees o lo que ves. Disfruta del tiempo que pasas con tus hijos, tu novio, tu novia o tus amigos. Olvida el piloto automático.
- Si te falta tiempo, apaga el televisor. En numerosas ocasiones, la llamada "caja tonta" hace que nos olvidemos de las preocupaciones, pero al mismo tiempo nos impide re exionar.
- Haz cosas que te gusten. Ya sea la fotografía, la danza, el ajedrez o el macramé, por ejemplo. Nadie va a darte una medalla por cargar tu día de obligaciones y, además, negarte momentos para ti hará que tus reservas de optimismo se agoten muy rápido.
- Relaciónate. Llama a tus amigos, apúntate a un grupo de lectura o a un huerto comunitario. No sentirnos aislados aumenta considerablemente el optimismo.
- Si quieres conseguir algo, ve paso a paso. Organízate y ponte metas asequibles a corto plazo. Y felicítate por cada uno de tus logros por pequeños que sean.
- El optimismo es contagioso. Rodearte de personas positivas te ayudará a serlo más. Un buen ejercicio es que analices con profundidad qué amigos o compañeros te cargan de energía negativa. Quédate con los que te aporten la positiva, el resto no ayuda.
- Ayuda a los demás. Hacer algún tipo de voluntariado o simplemente ayudar a un vecino mayor a subir la compra a casa nos demuestra que podemos tener un impacto positivo en los demás. Y es que, a través de acciones pequeñas y cotidianas, es posible hacer una buena obra y sentirse mejor. ¿A qué esperas? Ponte en marcha.
¡20 frases sobre la felicidad!