La vida no siempre te lo pone fácil: una decisión poco acertada, un problema de salud o una ruptura de pareja son algunas de las trabas que te vas encontrando en el camino. Está claro que no puedes controlarlo todo. No obstante, la interpretación que haces acerca de lo que te pasa es algo que puedes gestionar, y cómo lo hagas influirá mucho tu grado de plenitud.
Incluso sin darte cuenta, puede que tú misma te sabotees con pensamientos que pueden desembocar en trastornos como la angustia o la ansiedad, que te impidan sentir ese estado de felicidad que la mayoría anhela. ¿Cómo puedes ponerle freno a ese sabotaje? Para comenzar, te hará bien deshacerte de estas 5 actitudes.
Evitar situaciones por miedo
Es improbable conseguir logros si no se hace todo lo posible para alcanzarlos. Gandhi lo expresó con la máxima “sin acción, no vas a ninguna parte”. Ponerse manos a la obra resulta complicado cuando se teme fracasar, cuando está en juego algo que se desea con ansias, como una pareja o un trabajo que te apasiona. Si te instalas en la pasividad, lo más probable es que te sientas cómoda, pero poco plena y satisfecha contigo misma.
Quejarte con frecuencia
Un discurso quejoso, si se emite de forma constante, es tan contraproducente como dañino. Quizás te sirva para desahogarte en un momento determinado, pero que le encuentres desventajas a todo tiene mucho que ver con un estado personal de malestar. Una buen recurso para frenar las quejas es valorar los aspectos positivos del día a día y encontrar motivos para cultivar la gratitud.
Culpabilizarte sin motivo
Que sientas culpa con frecuencia no es normal: notar que algo no se ha hecho bien puede ayudar a evitar errores en el futuro, sin embargo, cuando es un sentimiento habitual, se convierte en una preocupación fastidiosa e inútil, algo típico en personas que tienden a ser demasiado solícitas. Si la carga de la culpa pesa sobre ti, tienes que asimilar la idea de que es imposible agradar a todo el mundo.
Criticar demasiado
La curiosidad y los juicios sobre el otro son signos típicos de la conducta humana, pero si por norma, emites críticas sobre todo aquel que te rodea, dejas entrever tus propias carencias. Por un lado, cuando criticas un defecto del otro es más que probable que tú también lo poseas –pongamos el caso, por ejemplo, de que te enerva el pesimismo de una amiga, cuestiónate entonces hasta qué punto tú alimentas su discurso o favoreces un enfoque optimista. Por otra parte, criticar demasiado denota un nivel de exigencia muy alto ante los demás, una actitud que pone de relieve que, en lugar de responsabilizarte de tu felicidad, crees que es un asunto que sólo compete a los demás.
Descuidar las relaciones personales
Daniel Gilbert, profesor de psicología de Harvard y estudioso de la felicidad, concluyó, a través de múltiples investigaciones, que uno de los principales arrepentimientos que expresa la gente antes de morir es no haber pasado el tiempo suficiente con la familia y los amigos. Estar con las personas que te importan es una vía asegurada para reafirmarte, conocerte y disfrutar compartiendo la vida.