Por el contrario, llevar una vida mental equilibrada, activa y con una buena gestión de la ansiedad y la presión, mantienen el sistema inmune en condiciones óptimas.
LA HORMONA DEL ESTRÉS
Antes de salir de viaje, en el metro en hora punta o ante una visita médica que nos inquieta nuestro cuerpo genera cortisol, la llamada hormona del estrés. Se trata de una hormona que se segrega desde la corteza suprarrenal (sobre los riñones) y juega un importante papel en el sistema inmunitario, en el metabolismo de las grasas y de los carbohidratos y también en el sistema nervioso.
EL ESTRÉS AGUDO puede hiperactivar la respuesta inmune. "Si estamos ansiosos nuestros linfocitos (glóbulos blancos) también se estresan y empeoran algunas enfermedades autoinmunes, como las alergias o el asma", explica el Dr. López Heras, médico de primaria y autor del blog Medicina de familia en la red.
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¿A más estrés más resfriados?
Vivir con el acelerador pulsado y sentirnos invadidos por emociones y pensamientos negativos conlleva que, a la larga, el sistema inmunitario se resienta y se debilite.
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