A veces no es fácil tomar decisiones, sobre todo cuando conllevan una inversión importante de dinero, o de tiempo, o sabemos que nuestra realidad puede cambiar radicalmente.
Sin embargo, podemos facilitarnos ese ejercicio en la medida de lo posible si aprendemos a reconocer en qué fase nos encontramos y qué toca hacer en ese momento. Sobre todo cuando llegamos al “momento bucle” y cada día que pasa nos resulta más difícil salir de ahí.
¿Por qué se nos enquistan algunas decisiones?
¡Por miles de motivos! Por ejemplo:
- Porque los recursos son escasos y sabemos que invertir 500 euros en un tratamiento de belleza son 500 euros menos que tendremos para otra cosa.
- Porque nos da miedo equivocarnos y que alguien nos lo reproche (o que nosotras mismas nos lo reprochemos).
- Porque no queremos perder el tiempo.
- Porque el cambio no es fácil para todos, algunas personas sufren cuando se trata de incertidumbre.
- Porque muchas decisiones conllevan un esfuerzo que, en parte, no queremos hacer.
- Porque queremos atar todos los cabos y eso muchas veces es imposible.
- Porque entramos en la parálisis por análisis.
- Porque no es fácil decidir en un mundo cambiante, en el que sabemos que los pequeños errores pueden pagarse muy caros y cuyo tiempo para rectificar es limitado.
Fases de una decisión
Conocer las fases de la toma de decisiones te puede facilitar la tarea, acortar los tiempos e invitarte a tomar acción sin dilación.
Te invito a leer atentamente cada punto, tomar apuntes y analizar en qué fase te encuentras:
- Situación inicial: es esa realidad de la que surge la necesidad de tomar una decisión. Problemas de pareja que te llevan a plantearte un divorcio, una oferta de trabajo que te invita a abandonar tu empresa, un deseo que cruza tu mente y te pide ponerte en marcha.
- Opciones: comienzas a valorar las distintas opciones de manera casi automática. Dentro de cada opción hay ventajas, inconvenientes, salidas, caminos y repasas mentalmente cada uno de esos detalles. ¿Qué conlleva un divorcio? ¿Qué gano con el cambio de trabajo? ¿Qué sacrifico para poder ir a por mi sueño?
- Filtro. Mientras valoras todas las opciones vas pasando un filtro y descartas aquellas ideas que te parecen descabelladas, que tienen demasiado inconvenientes o que, directamente, te dan pereza.
- Elección. Eliges una opción, dos como mucho, y te centras en sus pros y sus contras, lo visualizas, le das un par de vueltas y poco a poco va apareciendo la decisión definitiva.
- Decisión. Terminas desechando las ideas que quedaron alrededor de la principal y tomas la decisión. En este punto la decisión ya está tomada, aunque quizás tú todavía no lo sabes, o no lo aceptas. En caso de hacer algo, harás eso y no lo otro, pero ahora queda la parte más difícil.
- Miedo. Aparece el miedo a ejecutar la decisión que has tomado y, sin darte cuenta, vuelves al nivel 2: opciones. El miedo a las posibles consecuencias, a fallar, a no tener el control de la situación, a salir de tu zona de confort toma las riendas de la situación y decide que todavía no se han valorado correctamente todas las opciones.
Puedes estar en bucle durante años pasando de la fase 2 a las 6. Literal.
¿Cómo salir del bucle?
Si la situación que te lleva a tener que decidir es reciente, quizás todavía no has entrado en bucle. Aprovecha este esquema para ser más consciente del proceso de decisión, ¡verás cómo cambia la experiencia!
Si llevas tiempo en bucle, te animo a identificar qué miedo te mantiene yendo de un lado a otro sin terminar de entrar en acción.
Solo reconociendo ese miedo podrás hacer algo con él: escuchar, negociar, ignorar… ¡lo que más te convenga!
Por último, ¡te recomiendo pasar por mi blog! Hace poco publiqué un artículo sobre “¿Cómo tomar decisiones importantes?” en el que, además de exponer este esquema, doy también un repaso a por qué hay decisiones que se enquistan y cuáles son los aspectos clave para elegir entre dos o más opciones.