Intentamos aferrarnos a una certeza, una realidad marcada por el orden y la seguridad. Nos convencemos de que todo pasará, de que pronto disfrutaremos de unos pilares más firmes. Sobre todo en un escenario como el actual, en el que la Covid-19 ha llenado de incertidumbre nuestras vidas. Pero la incertidumbre, más allá de cualquier crisis social o sanitaria, es ese estado marcado por la incapacidad para predecir el futuro. Muchos la rehuyen, mientras que otros la acogen eliminando el miedo para abrazar la inseguridad, el caos y el cambio. Es el caso del prestigioso escritor y conferenciante Andrés Pascual, quien prefiere apostar por la 'Incertidumbre Positiva', es decir, "la capacidad para crear el futuro".
Su mirada, que atraviesa muchas de sus novelas publicadas — como 'El beso del ángel' o 'El guardián de la flor de loto' — es la de un hombre que ha recorrido medio mundo buscando inspiración para sus historias y cuya pasión es también el desarrollo personal.
En su último libro titulado 'Incertidumbre positiva' (Espasa), el autor nos explica cómo podemos hacernos más tolerantes a la incertidumbre. Lo hace a través de un método pionero y revelador que, con siete pasos, convierte la inseguridad y el caos en aliados. Unos compañeros que operarán a nuestro favor convirtiendo la incertidumbre en un estado positivo para la prosperidad y el éxito
En ocasiones, asociamos la incertidumbre con el miedo, la inseguridad, la falta de perspectivas… ¿Qué significa realmente para ti? ¿Cómo la definirías?
Vivir en la incertidumbre es ver pasar el tiempo esclavizados por el miedo a una palabra. Es sufrir, bloquearse, no actuar, no evolucionar y, por lo tanto, extinguirse. Es no tener nada. Por ello propongo empezar a vivir en la Incertidumbre Positiva, que es eliminar el miedo y abrazar la inseguridad, el caos y el cambio para fluir en ellos y con ellos. Es escoger tu opción con libertad, calma y atención plena, actuar, crear, confiar, disfrutar y prosperar. Es tenerlo todo. Podríamos decir que incertidumbre es incapacidad para predecir el futuro, mientras que Incertidumbre Positiva es capacidad para crear el futuro.
Es evidente que, con la propagación de la Covid-19, nuestra vida se ha llenado de mucha más incertidumbre de la que muchos sentíamos antes. ¿Crees que tendemos a vivir en una falsa sensación de estabilidad y que uno de los aprendizajes que podemos sacar de esta crisis es que no podemos tener garantías de nada?
Sin ninguna duda. Nuestro cerebro, diseñado para sobrevivir, busca certezas para sentirse seguro. Aun en mitad de los tiempos más difíciles, tratamos de convencernos de que todo pasará. Y bien es cierto que todo lo malo pasa, al igual que quedaron atrás dramáticos desplomes de las bolsas, bombas atómicas, glaciaciones y pestes negras; pero la incertidumbre seguirá ahí por siempre.
Por eso ha llegado el momento de cambiar nuestra forma de enfrentarnos a ella y, con la ayuda de este método construido a partir de las enseñanzas de maestros y científicos de todos los tiempos para hacernos más tolerantes a la incertidumbre, convertirla en Incertidumbre Positiva.

Existe alguna diferencia entre esa incertidumbre puntual, del día a día, y aquella que se presenta ahora ante nosotros de una manera generalizada y colectiva?
Al final, toda intolerancia al cambio y a la inseguridad, bien sea personal o colectiva, nos hace la vida más difícil y por ello ha de ser corregida. Todos los seres humanos somos iguales en el sentido de que tenemos alergia a la incertidumbre, como acredita un estudio de la universidad de Maastricht que comparto en el libro. La diferencia entre unos y otros estriba en el grado en que aquella nos afecta. A algunos les duele pero les deja salir adelante. Asumen que vivir con incertidumbre no es fácil ni divertido, que es injusto, limitativo y estresante, pero pueden tolerarlo.
Otros, por el contrario, sufren lo suyo ante el mínimo cambio o inseguridad. Necesitan tener clarísimo si mañana va a llover o cuáles son los planes que su pareja les reserva para el fin de semana, una dependencia que condiciona sus decisiones y que les hace estar en desventaja frente a los más tolerantes. Por eso comienzo el libro proponiendo un test sencillo de las universidades de Regina y Houston. Hemos de comenzar conociendo nuestro nivel de intolerancia para después educarlo y corregirlo con las propuestas del método de la Incertidumbre Positiva.
Todos los seres humanos somos iguales en el sentido de que tenemos alergia a la incertidumbre. La diferencia entre unos y otros estriba en el grado en que aquella nos afecta.
En numerosas ocasiones hemos escuchado la palabra incertidumbre asociada a un hándicap, ¿es cierto que la incertidumbre nos paraliza?
Es totalmente cierto y lo peor que puede ocurrirnos. El mundo ya es suficientemente complejo por fuera como para, además, hacerlo más complejo aún dentro de nosotros. No podemos permitir que una palabra nos anule y nos impida actuar. Si no empezamos por liberarla de esta carga cultural heredada, seguirá resultando demoledora aunque ni siquiera la pronunciemos en voz alta. De hecho, las palabras que más daño suelen hacernos son aquellas que mentalmente nos decimos a nosotros mismos, e incertidumbre es una de las peores por su ambigüedad, por no significar nada tangible ni delimitable. Hace exactamente un siglo, el filósofo Ludwig Wittgenstein proclamó que los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo. No dejemos que una palabra acote nuestras posibilidades de prosperidad.
En tu libro hablas de la ‘incertidumbre positiva’. ¿Se puede convertir esta en un camino para las oportunidades? ¿De qué manera?
Podríamos resumirlo con los siete pasos del método, cada uno de los cuales tiene ejercicios prácticos y anécdotas aplicables al día a día. Hemos de empezar por vaciarnos de malos hábitos que se alimentan de incertidumbre, como las quejas o el fomentar nuestro propio drama, y eliminar así mismo todas nuestras certezas; después pasaríamos a dejar atrás el pasado, construir nuestro futuro ahora, conservar la calma, confiar en nuestra estrella y disfrutar del camino. Este último no entendido desde el carpe diem, sino referido a poner conciencia plena en cada paso para vivirlo con entusiasmo, disfrute o aceptación. Todos los pasos del método son recomendables en este momento complejo para el ser humano, pero me inclinaría a poner nuestra máxima energía en el quinto: conservar la calma.
El caos exterior nos provoca de otro caos interior que es el que realmente nos bloquea y destruye.
De hecho, la incertidumbre está plagada de estímulos. ¿Se trata de estímulos que fomentan el cambio y el ser emprendedores?
Y que también nos empujan a seguir adelante. ¿Sabes lo que piensan las estrellas? Que los fugaces somos nosotros. ¿De verdad, en el breve espacio de tiempo que pasamos por aquí, preferirías encadenarte a vías muertas por miedo a lo que pueda pasar más allá del horizonte? Oscar Wilde decía que la incertidumbre es la verdadera esencia del romanticismo. ¿Quién amaría a una persona cuyos gestos, palabras y comportamientos fueran en todo momento previsibles? ¿Quién leería siempre libros cuyo final conoce? ¿Acaso obrando así no estaríamos renunciando a vivir?
No puedes predecir tu futuro, pero tienes la capacidad de crearlo. Los grandes emprendedores siempre lo han visto de esta forma.
Ahora, quizá más que nunca, se hace patente el hecho de que no hay pasado ni futuro, solo el presente, el mismo momento. ¿Nos aferramos al pasado por miedo al porvenir, a la incertidumbre?
Lo hagamos por lo que lo hagamos, el aferrarse al pasado es un error tan terrible como tener la mente proyectada en el futuro. Como advertía Ortega y Gasset: «Dime a qué atiendes y te diré quién eres». Necesitamos detenernos y tomarnos el tiempo necesario para observar al detalle el universo de opciones que nos ofrece el flujo de cambio. Este flujo es lo mejor que podría ocurrirnos.
Debemos dejar de considerar el cambio una amenaza para empezar a verlo como una fuente de posibilidades de crecimiento, aprendizaje, disfrute y prosperidad.
Esto nos lleva a preguntarnos, ¿somos especialistas en crear nuestros propios mecanismos de control al sentir que las cosas que conocíamos se derrumban?
Si te fijas bien, todos nuestros miedos surgen de la amenaza de perder lo que hemos conseguido en el pasado: bienes materiales, relaciones personales, estatus, capital, una cartera de clientes... Vamos acumulando cosas y, en lugar de convertirnos en seres más plenos, nos volvemos cada vez más cobardes y vulnerables al cambio. Pensamos que si dejamos escapar lo más mínimo de lo que atesoramos en el interior de nuestro puño cerrado, todo lo demás también se vendrá abajo, cuando la realidad es la contraria. Para tener agua, hay que dejarla correr.
En una sociedad marcada por el carácter efímero de los acontecimientos, ¿cómo adecuamos la incertidumbre a un mundo donde las cosas se crean y se destruyen tan rápidamente? ¿Estamos preparados para esa sensación de cambio constante?
Se trata de escoger el verbo adecuado. Hoy en día, buena parte de la población carece de dioses que calmen el azote de la incertidumbre, por lo que estamos tremendamente atados a lo temporal... y, por lo tanto, a lo incierto, a lo caótico, a lo cambiante. El problema es que, para soportarlo, hemos venido echando mano de un solo verbo: tener. Tratamos por todos los medios de tener certezas, tener orden, tener seguridad, lo cual es un error garrafal. Pero la Incertidumbre Positiva no va de tener, sino de ser. Ser consciente de que la incerteza es nuestro estado natural, ser libre para escoger la opción más adecuada a las circunstancias, ser uno con el momento presente, ser intuitivo y valiente para avanzar y disfrutar del camino. Lo mejor de todo es que, a partir de esta nueva versión de ti mismo, de este nuevo ser, el tener llega por añadidura.
Tratamos por todos los medios de tener certezas, tener orden, tener seguridad, lo cual es un error garrafal
En este libro mencionas cómo la incertidumbre pasa por la escucha y la aceptación. Sin embargo, ¿hay personas que toleran más este estado que otras?
Cada uno de nosotros estamos en un nivel diferente de crecimiento, al igual que nuestras circunstancias son diferentes. Lo importante es saber cuál es el camino. En lo que se refiere a la aceptación, hemos de saber que no tiene nada que ver con la resignación. Resignarse supone quedarse estancado, azotado por pensamientos negativos en bucle. Aceptar, sin embargo, es dejar de preocuparse para empezar a ocuparse, es estar en paz con el momento y actuar. La acción es el pilar fundamental de la plenitud y la prosperidad.