Existen dos tipos de envidias: la benigna y la amarilla. Por un lado, la envidia benigna puede impulsar al individuo a imitar al envidiado para conseguir resultados parecidos. Así, los éxitos de un empresario pueden servir de inspiración a alguien que se aventura en un proyecto personal. El problema llega cuando la persona envidiada es alguien cercano ?a menudo, una amistad? con quien en algún momento del pasado hubo una situación de igualdad.
En su libro La tragedia de la envidia (Aguilar), Jorge Kahwagi advierte del riesgo de que, si nuestros esfuerzos fracasan, una envidia benigna se convierta en amarilla: "A fuerza de acumular intentos fallidos se puede cruzar la línea y entrar de lleno en la psicopatología. Como en una pesadilla, el objeto de su envidia es puesto en una posición de superioridad que se agranda más y más a medida que el envidiado trata de igualarlo".
con este artículoSigue la experiencia con motivos por los que vale la pena alegrarse de los éxitos de los demás.
De la envidia a la admiración
Más allá de que otros posean muchas cosas o de que tengan un estilo de vida que nos gustaría que fuera el nuestro, si cambiamos la envidia por la admiración ?sobre todo cuando se trata de personas que generan un valor positivo en nuestras vidas?, ésta nos lleva a una pregunta profundamente transformadora para nuestra vida: "¿Qué hace esta persona de éxito que no estoy haciendo yo?" Lo que nos falta y debemos trabajar es el compromiso con uno mismo y no por lo que esperen los demás.
Aprende a envidiar mejor
Ambicionar lo que tienen los demás o compararnos con quien creemos que está mejor que nosotros es un seguro de infelicidad. Francesc Mirallles nos da las claves para evitarlo.
