Para empezar, recordemos brevemente que el aprender a meditar con la puesta en práctica del mindfulness conlleva concentrar toda nuestra atención en lo que estamos viviendo en el momento presente, haciéndonos responsables de nuestra actividad mental y evitando que divague o salte de un pensamiento a otro sin ningún tipo de control.
He podido leer en algunos lugares lo maravilloso que es vivir con atención plena porque esto te permite disfrutar de las pequeñas cosas y apreciar detalles de la vida que habitualmente pasan desapercibidos, creo que yo misma he dicho eso en alguna ocasión, pero claro, para que esto ocurra primero debemos darnos cuenta de que nuestra mente está en otro lugar y, a mi juicio, esta es la primera y más intensa de las dificultades que te puedes encontrar al adoptar una actitud mindful.
Antes de la atención, consciencia.
Desde mi punto de vista el momento más importante dentro de la ola de pensamientos, sensaciones y emociones que rodean al mindfulness, es el momento en que somos conscientes de que nuestra mente está divagando. Ese momento no sólo es el punto de partida de la posible atención plena, es también uno de los ejercicios de mindfulness más difíciles a practicar y que, para colmo, debe nacer de manera espontánea.
Imagina que estás conduciendo o viendo Instagram y de pronto te das cuenta de que no sabes cuánto tiempo ha pasado desde el último pensamiento del que fuiste consciente. Durante todo el tiempo previo a ese instante tu mente ha estado en modo monkey mind o automático, has pensado muchas cosas, has visto muchas imágenes, pero no eres capaz de saber qué imágenes o qué has pensado porque no has actuado conscientemente.
En el preciso instante en que te das cuenta de ello, la consciencia ha vuelto a ti y tienes la impresión de que vuelves a estar en el mundo, ¡esto es muy positivo! El problema es que tú no has decidido volver al mundo, sino que ha sido algo espontáneo, de tal manera que, sin querer, dejaste de estar en el presente y sin querer has vuelto a él.
El motivo por el que el interés por la meditación mindfulness crece cada día es precisamente que cada día son más las personas que se niegan a que su mente navegue por libre y quieren aprender a controlarla.
Aún así, quizás no podemos evitar que nuestra mente se vaya pero, si nos acostumbramos a practicar una serie de ejercicios de mindfulness, estaremos entrenados para identificar esto cuanto antes y rápidamente podremos hacerla volver.
En resumen. La mejor recomendación que te puedo dar, antes de invitarte a poner en práctica los siguientes trucos mindfulness, es que entrenes tu capacidad de notar que tu mente no está contigo. ¿Cómo?
Pues, por ejemplo, pregúntate de vez en cuando si tu mente está contigo o toma el hábito de revisar este punto cada cierto tiempo. Ahora que sabes que cuando tu mente no está concentrada en algo concreto tiende a ponerse en modo automático, te será más fácil identificar este hecho y podrás hacerte responsable de ella y decidir con qué rumbo navega. Y, como se ha dicho, será en ese preciso instante cuando podrás decidir actuar con atención plena en el momento presente.
Ámbitos de tu vida dónde la aplicación del mindfulness te hará más feliz:
1. Alimentación.
¿Has oído hablar del mindful eating? Este otro concepto de mindfulness se refiere a prestar toda nuestra atención a la actividad de comer y a todos los detalles que engloba ese momento. Se trata de hacer un ritual de cada comida, lo que implica necesariamente olvidarnos de comer frente a la televisión, el ordenador o revisando las redes sociales, y además requiere de nosotros no solo una atención mental, sino la capacidad de percibir con todos nuestros sentidos.
Quizás en un primer momento pienses que no tienes tiempo para comer de una forma tan cuidada –en realidad es simplemente acostumbrarse a no comer con el piloto automático–, pero si trabajásemos o hiciéramos todas nuestras tareas con atención plena quizás nos daría tiempo a introducir el mindfulness también en la alimentación.
Te invito a que lo pruebes en varias ocasiones a horas distintas, y con distintos alimentos o bebidas, para que puedas comprobar por ti misma qué supone el mindful eating.
Prepara café, por ejemplo, y presta atención a su aroma, su calor, su sabor amargo. Tenemos costumbre de hacer este tipo de degustaciones con el vino y ¡no nos damos cuenta de que podemos hacerlo con todas las bebidas! Y también, por supuesto, realiza el ejercicio con algún alimento como un cuadrito de chocolate o una uva pasa, ¡te vas a sorprender de la cantidad de sensaciones que puedes extraer de una pasa!
2. Tareas del hogar.
Junto al mindful eating encontramos el mindful cooking, que no es otra cosa que mantener una actitud de atención plena mientras se cocina, pero ¿por qué no extenderlo a otras tareas que hacemos en casa? ¿Imaginas ser feliz planchando o doblando la ropa?
Algunas personas nacen con el mágico don de disfrutar de las tareas del hogar o, al menos, no les amargan; sin embargo, otras menos afortunadas podemos atravesar un auténtico calvario mientras doblamos calcetines. Si es tu caso, no lo dudes más ¡aprender a meditar en modo mindfulness con eso que no te gusta hacer! Además, si te propones hacer las tareas del hogar con atención plena, te resultará más sencillo porque habrás tomado tú la decisión de hacerlo y no tendrás que esperar a que, espontáneamente, tu mente decida darse cuenta de que está divagando.
Te propongo hacer una lista de tus quehaceres hogareños y tomar la iniciativa de vivir ese momento con consciencia. Mantén una actitud de curiosidad respecto del tejido de la ropa o nota como se desliza el trapo sobre la superficie de la mesa o, por qué no, pon toda tu atención y cuidado a los platos mientras los lavas.
La primera vez que pensé en esto me reí sin parar durante un rato hasta que comprendí que el tipo de actitud que tengo frente a las tareas del hogar depende únicamente de la actitud que yo quiera tener.
3. Trabajo.
Aparentemente en España trabajamos mucho y somos muy improductivos, siendo el resultado de esta combinación la proliferación de empleados tan cansados como si hubieran trabajado diez horas a lo largo del día, habiendo trabajado realmente cinco o seis; lo cual es tan negativo para el empresario, como para el trabajador.
Creo que la aplicación del mindfulness, así como toda la filosofía yóguica, al trabajo es mi parte favorita del estudio de la atención plena. Considero de vital importancia que los empleados sean felices en su trabajo para una buena marcha de la empresa y, además, pienso que la desmotivación laboral es uno de los peores males que puede sufrir hoy en día una persona, ya que es capaz de enturbiar por sí sola todos los ámbitos de la vida del individuo.
Quizás pienses que tu trabajo no te gusta o que nunca vas a conseguir ser más efectiva de lo que ya lo eres, pero déjame decirte que no es así. Puedes aumentar tu efectividad, y con ello reducir las horas que pasas trabajando, y mejorar tu relación con tu empleo si desglosas tu día en tareas individuales y te propones realizarlas una a una con la atención plena que propone la meditación mindfulness que puedes aplicar a las cosas que haces.
En mi caso, desde que trabajo en casa, no hay forma de mantener una productividad decente si no es listando las tareas a realizar y realizarlas con consciencia plena, ya que los distractores son infinitos. Te invito a probar este tip y a contarme cómo te ha ido. Recuerda: haz una lista de las tareas que tienes que realizar, ordenándolas por prioridad a ser posible y, sobre todo, realízalas una a una con atención plena.
4. Mindfulness y relaciones.
Imagina que te sientas a hablar con tu pareja y se le nota de manera descarada que no te está prestando atención, bien porque lleva un rato asintiendo sin mediar palabra o porque te lo confiesa abiertamente, e imagina cómo te puedes sentir al respecto. Indignación, enfado o quizás tristeza dependiendo del día, ¿verdad?
No pienses en si te lo notan a ti o no, piensa en si la persona que tienes delante merece tu atención o no la merece. Si se merece ese rato contigo, toma consciencia de tu presente, de la conversación que estás manteniendo y pon todos tus sentidos a trabajar para comprender y empatizar con tu interlocutor. Y, si no se lo merece, tómate la libertad de poner fin a la conversación y abandona el lugar, el tiempo es muy valioso como para perderlo con personas que no valoramos.
Ahora bien, esto no solo aplica a conversación con amigos, familiares o compañeros de trabajo, ¿se merece tu hijo que tengas la mente en otro lugar que no es tu presente con él? ¿Mereces tú no disfrutar de ese momento en el sofá con la persona que quieres?
¡Tómatelo como un reto personal! Cuando compartes tu tiempo con gente, estás llevando a cabo una decisión que tú has tomado previamente, así que sé consecuente.
Aplicar mindfulness en la vida personal, sobre todo en las relaciones con las personas que nos rodean, ha demostrado ser un truco efectivo para discutir sabiamente, evitar malos entendidos, mejorar las relaciones sexuales, valorar mejor los momentos en familia y aumentar la felicidad de la persona. Piensa que al final del día te llevas únicamente recuerdos y los recuerdos no son iguales cuando se vive con atención plena.
5. Auto-cuidado.
¿Dónde está tu mente mientras te pintas las uñas? ¿Qué piensas mientras haces tu rutina de belleza diaria? ¿Cómo crees que te sentirías si fueras consciente de las sensaciones que experimentas mientras te cuidas? Sí, es cierto que no siempre tenemos el tiempo que nos gustaría para la rutina facial, las cremas, los aceites, etc., pero si además de poder dedicarnos poco tiempo, dejamos que nuestra mente se vaya a otro lugar, da igual que nos dediquemos diez minutos que una hora porque no lo vamos a saborear.
El hecho de que solo tengamos media hora para ponernos una mascarilla, lavarnos la cara, aplicarnos el tónico y terminar con una crema, no quiere decir que tengamos que hacerlo con prisa, sin delicadeza y elaborando mentalmente la lista de la compra. ¡Te mereces tu tiempo, así que disfrútalo!
Creo que el mindfulness es adictivo y cuando se experimenta la plenitud de vivir el momento presente, queremos vivirlo en todas las áreas de nuestra vida y, como imaginarás, nuestras rutinas de belleza no van a quedar atrás. Así que, la próxima vez que te propongas cuidarte por fuera, proponte también hacerlo con toda tu atención. Trátate con delicadeza, recuerda que es tu piel lo que estás cuidando y recuerda que es tu momento, que quizás no es mucho tiempo, pero es tuyo.
La meditación mindfulness en este punto supone conducir a la mente por las sensaciones que vayas advirtiendo en ti: el olor del jabón, la textura o temperatura de tu mascarilla, la reacción de tu piel al contacto con la crema o la fricción de la lima en tus uñas. Concentrándote en todos estos detalles que pasas normalmente por alto, lograrás hacer de tu momento todo un ritual de belleza.
Recuerda…
Recuerda que aprender a practicar mindfulness implica una actitud de apertura a la experiencia sin juzgar u opinar sobre ella, solo experimentándola, y que esta actitud puede mantenerse en tantos momentos o situaciones como tú quieras, obteniendo beneficios en todas las áreas de tu vida cuya experiencia quieras mejorar.
Recuerda también que antes de proponerte atender plenamente a tu momento presente debes desarrollar la capacidad de advertir que tu mente no se encuentra contigo. Como se ha visto, mi recomendación para este punto tan importante es recordar de vez en cuando que tú objetivo es mantener una actitud mindful y preguntarte si tus pensamientos están en modo automático o están siendo guiados por ti misma.
Y, por último, si tienes el interés de ahondar en la atención plena, conocer su origen, su fundamento y todos los efectos positivos que puede tener en tu forma de ver la vida, te recomiendo leer el libro de Mónica Esgueva, Mindfulness quién, a mi juicio, hace un repaso muy completo y muy fiel a los orígenes del concepto y de los beneficios que conlleva su puesta en práctica.