1. Definir el objetivo: Lo primero que hay que saber antes de imponernos una rutina es qué queremos conseguir con ella. El objetivo debe ser claro y tener fecha. Por ejemplo: "El mes de abril del año que viene pesaré diez kilos menos".
2. Saber por qué es importante: Intentemos imaginar cómo nos sentiríamos si lográramos nuestro objetivo. Por ejemplo: "Seré una persona más atractiva, más agil, con más energía y con menos probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares".
3. Identificar los obstáculos: Solamente si localizamos los obstáculos podremos elaborar estrategias para sobreponernos a ellos. Por ejemplo: "Si cuando tengo ansiedad quiero comer dulces, puedo practicar meditación para rebajarla".
4. Desarrollar nuevos comportamientos: Estos nuevos comportamientos deberían sustituir a los antiguos. Por ejemplo: "Salir a correr tres veces por semana, cambiar la bollería industrial por fruta y tomar raciones más pequeñas para cenar".
5. No abandonar: Quizás sea la parte más difícil, pero es indispensable. Una vez tenemos claro qué queremos hacer, por qué y cómo, lo único que queda es ponernos manos a la obra y seguir los nuevos hábitos de autodisciplina que nos llevarán a alcanzar nuestro objetivo.
Autodisciplina en cinco pasos
Tener autodisciplina es difícil pero totalmente necesario para alcanzar cualquier objetivo que nos marquemos. La clave es seguir unos sencillos pasos.
