A veces la vida se complica, empiezan a aparecer contratiempos, salen mal las cosas –más de la cuenta-, parece que los retos no dan tregua y empezamos a sentir desdicha, desesperanza y agotamiento físico, mental y espiritual.
Esta desconexión con la magia de la vida, esta desnutrición espiritual tiene sus causas y también sus consecuencias. A menudo viene derivado del típico burnout, se junta con la fatiga pandémica sostenida y, cómo no, ahora que parece que nos relajamos un poco, empiezan a florecer problemas personales que venimos ignorando desde hace tiempo.
Desmotivación, pareja, salud, descontento general, rechazo a nuestras rutinas…
Sea lo que sea aquello que te está suponiendo una piedra en el zapato, déjame decirte algo: mereces ser feliz. Y aunque no veas salida a tu rutina, la tiene; y aunque no encuentres la solución a determinadas situaciones, la tienen; y, si te preguntas cómo puedes ver esas cosas que no ves, te voy a dar cinco importantísimas claves.
La felicidad te pertenece, solo tienes que ir a buscarla
Hay personas a las que no les interesa ser felices. Prefieren buscar la calma, la objetividad y el bienestar a secas. Otras, sin embargo, vibran cuando hablan de felicidad, quieren ser positivas, experimentar alegría a cada instante y salir de la etapa oscura que están viviendo.
Todos los deseos, objetivos y experiencias son válidas. Buscamos lo que creemos que tiene sentido para nosotras, así que piensa por un instante qué es lo que quieres exactamente y juzga por ti misma cómo las siguientes ideas te pueden ayudar a conseguirlo: