Perder la cuenta por unos minutos, aflojar la respiración y dejarse llevar por un estado mental marcado por la pasividad. No hay obligaciones ni normas, solo la escucha y una cierta estructura. Y es que solo así conseguiremos acercarnos a la hipnosis, un grupo de actitudes marcadas por la reducción de la consciencia. No llegamos a dormirnos, pero poco falta. Pero, ¿cómo alcanzar ese punto? De normal, la hipnosis se compone de una serie de instrucciones y sugestiones que, o bien puedes ser generadas por un hipnotizador o ser autoinducidas, es lo que llamaríamos autogestión. En este artículo nos ocuparemos más concretamente de la autoinducción personalizada, una técnica que te ayudará a entrar en un estado de relajación mental a través de tus propias palabras.
La hipnosis, aunque es muy relajante, se diferencia del sueño en que nunca pierdes la consciencia del todo y en que todavía eres capaz de responder a las cosas que te rodean.
A pesar de que suele hacerse con los ojos cerrados para facilitar la concentración y la imaginación, también puedes tenerlos abiertos. Pero, ¿cómo conectar con ese estado mental? Las siguientes recomendaciones te ayudarán a entrar en un estado de autohipnosis en el que tú misma serás la responsable de que tu mente y tu cuerpo se vayan relajando:
- La postura que adoptes será definitoria en cómo te encuentres. Si fuera posible, siéntate en un sillón reclinable o en una silla de respaldo alto cómoda en la que puedas apoyar brazos, manos, cuello y cabeza. Lo importante es elegir una postura agradable sin cruzar brazos y piernas.
- En este recorrido por la autohipnosis es muy importante el tiempo. Reserva al menos treinta minutos para hacer este ejercicio sin que nada ni nadie te interrumpa.
- Encuentra o una palabra o frase clave y repítela reiteradamente. Deberás elegir algo que sea lo contrario a tu problema y que, por lo tanto, represente la esencia del objetivo por el que has recurrido a la hipnosis. Si tu problema es la ansiedad que te provoca hablar en público, tus frases pueden ser "cálmate y serénate" o "ahora relájate". Repite esos enunciados despacio en tu mente cuando cierres los ojos te imagines a ti en ese espacio, Así asociarás la palabra clave a la relación profunda.
- La respiración es otra de las grandes claves para alcanzar este estado mental de semiinconsciencia. Después de cerrar los ojos, respira hondo varias veces. Toma aire y llévalo al abdomen. Siente cómo se extiende la sensación de relajación cuando exhalas.
- Relajación muscular. Del mismo modo que la postura, ahora es importante que tengas consciencia de cómo tus piernas, brazos rostro, cuello, hombro, tórax o abdomen se van relajando en ese orden. Para ello, acompáñalo de una frase clave como "déjalos sueltos, relájalos más y más" o "tranquilízate y libera la tensión".
- Cuenta cada paso que des o desciendas hasta ese momento de tranquilidad. Así, como si ascendieras una escalera o caminarás hacia un lugar especial, cuenta hacia atrás de diez a cero lentamente. Cada número te ayudará a relajarte más profundamente.
- Encuentra tu lugar especial y adéntrate en él a través del recuerdo y la autohipnosis. Puede ser cualquier sitio en el que estés segura y tranquila: una pradera, una playa, tu habitación... Cuando llegues a este lugar, mira alrededor y descubre sus formas, su color o los olores que desprende. Escucha atentamente cada sonido y que todos los sentidos se impliquen para construir el escenario: vistas, sonidos, sabores y texturas.
- Salir de la hipnosis. Es el momento. Cuando llegue la hora de salir del trance, cuenta hasta diez y, entre los números, repítete a ti mismo que cada vez estás "más y más despejado, renovado y despierto". Cuando llegues al nueve, piensa que tienes que abrir los ojos y, en el diez, dite a ti mismo que estás totalmente despejado y despierto.
¿Te parece fácil? Aquí te dejamos un resumen de las reglas principales para realizar con éxito la autoinducción hasta llegar a un estado de paz y relajación absoluta.