A menudo nuestros pensamientos van tan rápido que apenas tenemos tiempo para procesarlos. Además, generan una oleada de emociones en la que nos perdemos, nos revuelca y de la que salimos agotados, confundidos y sin habernos dado cuenta de nada.
¿Qué podemos hacer? Existen prácticas, técnicas y ejercicios que nos ayudan a ser más conscientes de nuestros procesos internos, y una de ellas es la escritura.
Escribir siempre ha sido una válvula de escape, ¡cuántos diarios no se han escrito para sobrellevar una situación! ¡Y cuántas historias no se han contado para sanar las heridas que habían dejado!
¿Por qué la escritura terapéutica no sustituye la terapia?
Hay algo que pensaba repetir varias veces a lo largo del texto, pero he preferido dedicarle un punto, lo merece: escribir, como otras tantas propuestas que hay para el trabajo de las emociones, no sustituye al proceso de ayuda. Le complementa.
Es importante que entendamos que todos estos ejercicios tienen unos beneficios probados y que, por ello, se puede dar una recomendación general: pruébalo y observa qué tal te va. Casi seguro que te irá bien.
Sin embargo, en ocasiones no basta con escribir un diario, meditar, leer un libro o contarle los problemas a un amigo. A veces necesitamos ayuda y negárnosla empeora y retrasa la sanación.
Así que, sí, te invito a escribir para echarle una mano a tus emociones. Pero también te invito a buscar un psicólogo si lo necesitas. A la mínima duda de si puede venirte bien, lánzate.
¿Por qué escribir?
Escribir nos ayuda a procesar la información. Nos permite ordenar pensamientos, sentimientos y emociones, dándole a cada una su propio espacio y un momento para prestarle nuestra atención al 100%.
Esto es posible gracias a que la acción de escribir es mucho más lenta que nuestros pensamientos. Si queremos escribirlos, debemos pensar más despacio, sentir más despacio, hacer una foto y observarla con detenimiento.
Escribir nos permite ordenar pensamientos, sentimientos y emociones
La escritura nos ayuda a ver la historia de forma distinta; en lugar de vivirla, la vivimos y la narramos. Incluso podemos hacerlo en tercera persona, podemos hablar en pasado, elegir el nivel de detalle, si nos centramos en lo que pensamos o lo que sentimos, y también decidir de qué hablamos y qué dejamos a un lado.
En ocasiones escribir es difícil, no sabemos por dónde empezar o tememos que alguien lea lo que hemos escrito. En este segundo supuesto, no tienes por qué guardar lo escrito -los expertos recomiendan guardarlo, pero no es necesario- puedes tirarlo o quemarlo.
Para el primer supuesto he preparado 5 claves que, según mi experiencia, son fundamentales.
Claves para la escritura terapéutica
La escritura terapéutica fue una pieza fundamental hace algunos años mientras iba a terapia, el trabajo personal entre sesiones es importantísimo y escribir fue, sin duda, la tarea protagonista.
Desde entonces he continuado practicándolo, se lo recomiendo –literalmente-a todo el mundo y he creado Spiritual Time –un cuaderno de trabajo que ayuda a llevar un diario-.
No me enrollo más, aquí van mis claves.
- Mejor a mano. Puede que, finalmente, te des cuenta de que te gusta mucho más escribir a ordenador; sin embargo, quiero invitarte a probar la escritura a mano.
- 20 minutos o lo que surja. Fíjate 20 minutos y mantén una actitud de apertura, no tengas prisa por terminar. Algunos días querrás extenderte más y otros días habrás terminado antes, pero invítate a permanecer en tu ejercicio un rato más. A veces tardamos un poco en empezar a fluir, paciencia.
- ¿Para qué lo estás haciendo? Es muy beneficioso decidir previamente para qué estás haciendo el ejercicio, elegir de qué quieres hablar te ayudará a empezar. ¿Vas a hablar de tus emociones? ¿De cómo estás viviendo algo concreto? ¿De qué tal vas en la adopción de algún hábito? ¿De tu trabajo por un objetivo? ¿De tu faceta profesional, de pareja o de madre?
- Prepara unas preguntas con antelación. En línea con el punto anterior me gusta recomendar preparar unas preguntas antes de empezar, sobre todo si prevés que te va a costar dar rienda suelta a tus ideas. ¿Cómo me siento? ¿Qué emoción ha sido predominante hoy? ¿Cuáles son mis logros en determinado proceso? ¿Dónde siento tal emoción o tal otra? ¿Qué he logrado de todo lo que me había propuesto para hoy?
- Solo escribe. No te preocupes por la ortografía, la caligrafía, los tachones o la expresión, simplemente escribe.
Solo necesitas un cuaderno y un bolígrafo, un espacio tranquilo y algo de tiempo. Puedes poner música relajante –truco: prueba el jazz instrumental- y acompañarte de una infusión.
Ten paciencia, compréndete, no te juzgues y disfruta del momento. Pruébalo, ¡quizás te guste tanto que lo adoptes como rutina de autocuidado!