Dice el refrán que no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Esta frase hecha, fruto de la sabiduría popular, nos impulsa a dejar de procrastinar, es decir, evitar ir prorrogando nuestras tareas hasta el infinito.
Sin embargo, sabemos la teoría, pero muchas veces no la llevamos a la práctica. Y lo cierto es que acabamos procrastinando en muchas áreas de nuestra vida: desde los cambios de hábitos como dejar de fumar, empezar a hacer ejercicio o comer más saludable, hasta quedar con amigos o familiares que hace tiempo que no vemos, hacer tareas que no nos apetecen en el trabajo o bien afrontar aquella conversación incómoda para la que nunca encontramos el momento adecuado, entre muchos otros.
¿Qué es la procrastinación?
La RAE define procastinar como "diferir, aplazar", por lo que entendemos que, efectivamente, es el hecho de ir dejando para más adelante ciertas tareas o acontecimientos.
¿El motivo? Esquivar la tediosa carga mental que generan los temas pendientes, que a menudo incluyen una buena dosis de hastío y culpabilidad, e impedir que los imprevistos hagan imposible el cumplimiento de nuestras tareas en el plazo deseado.
Además, dejar de procrastinar y hacer limpio de los pendientes es una buena manera de poner en práctica las teorías del mindfulness que nos invitan a estar más presentes y a aceptar las cosas tal y como son, sin juicios y con total amabilidad.
¿Por qué procrastinamos?
Normalmente es porque tenemos demasiado tiempo para hacer las cosas y, cuando no tenemos ese margen, no nos lo pensamos tanto. Sin embargo, también puede ser porque la actividad nos produce auténtico rechazo. En ese caso, siempre encontraremos algo más importante, más urgente o más agradable por hacer.
Experimentar un poco de pereza no suele conllevar dificultades mayores, pero que esa pereza nos impida vivir o hacer cosas que queremos sí. ¡Así que no lo dejes! Vamos a ver cómo podemos empezar a hacerlo.