Uno de los temas sobre los que me planteé reflexionar en este maravilloso mes de marzo fue el perfeccionismo. La idea no brotó con mucha fuerza, pero conforme pasaron los días fue resonándome por dentro hasta que finalmente lo dejé anotado. Además, en ningún momento se me pasó por la cabeza redactar este artículo en formato «cosas que puedes hacer para dejar el perfeccionismo atrás» o «controla tu perfeccionismo para que él no te controle a ti», ¡no! Muy al contrario a mis dudas habituales, esta vez supe desde un primer momento que dedicaría el espacio a la reflexión. Sin propuestas, sin consejos, sin actividades, únicamente creando un espacio para que reflexionemos juntas.
Dicho esto, ¡vamos a ello!
La Real Academia Española de la Lengua define perfeccionismo como «tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado». Me encanta la definición que ofrecen porque, aunque es bastante relajada (algunos diccionarios lo definen en inglés como «lucha extrema y obsesiva»), utilizan la palabra indefinidamente y eso ya ofrece una pista buenísima de a qué nos lleva tener esa actitud ante la vida.
Para empezar podemos hacer una distinción entre ser y tener una actitud concreta, ya sabemos que no es lo mismo ser una amargada, que estar amargada. No es lo mismo ser perfeccionista, que tener una actitud perfeccionista. ¡Ojo! No digo que la distinción sea abismal, solo digo que si partimos de que el perfeccionismo es una actitud y no una forma de ser, podremos separarnos mejor de ello.
Si te consideras perfeccionista al extremo, es buen momento para reformular esa creencia y comenzar a decir algo como «suelo tener una actitud bastante perfeccionista en según qué áreas», por ejemplo. Alejándote de la sentencia «soy perfeccionista y punto».
Volvamos a la definición, el perfeccionismo es indefinido (e infinito, diría yo). Si comenzamos a mejorar algo, esa mejora puede ser eterna y es precisamente eso lo que nos introduce en espirales de las que es muy difícil salir.
Si te propones mejorar tu inglés, dime ¿cuándo terminaría esa mejora? ¿cuando puedas tener una conversación? ¿cuando puedas mantener una conversación sobre temas específicos? ¿cuando seas bilingüe? ¿cuando apruebes el Grado de Filología Inglesa?
¿Qué es mejorar?
Imagina que te propones mejorar tu aspecto físico, ¿cuándo terminará esa mejora? ¿Cuando bajes o subas de peso? ¿Cuando alcances un porcentaje de grasa corporal específico? ¿Cuando, además de todo eso, te deshagas por completo de la celulitis? ¿Cuando te hagas un retoque en la nariz? ¿Labios, párpados, rodillas, caderas, orejas?
¿Cuándo termina nuestra tarea de mejorar algo?
El perfeccionismo es aquella actitud que nos hace revisar el mismo informe cientos de veces antes de enviarlo. Es eso que nos llena de miedo de camino a un examen porque creemos que no sabemos lo suficiente. Es el «no es para tanto» que respondemos ante un halago. Es esa espinita que queda cuando, ante un logro, pensamos que podíamos haberlo hecho mucho mejor. Es esa arruga en el vestido que nos saca de quicio o ese «¡Dios Santo!» que espetamos cuando se nos rompe una media.
Es la obsesión por llegar a todo, por ser la mejor madre, mujer, trabajadora, directora de departamento, profesional, escritora, blogger, por tener a los hijos mejor peinados o la casa mejor decorada.
Es eso que nos hace estar siempre corriendo hacia un lugar, pero ¿hacia dónde?
Detente por un segundo. Deja de razonar. Coge aire y suéltalo dejando caer todo tu peso en la silla o lugar donde estés.
Si te digo que el mundo se mueve por dos fuerzas fundamentales y que estas son el amor y el miedo, ¿cuál crees que es el combustible del perfeccionismo?
Miedo a no ser lo suficientemente buena en el trabajo, miedo a perder el empleo, miedo a no ser buena madre, a que alguien piense que no atiendes a tus hijos, miedo a que alguien pueda reprocharte algo, miedo a que tu proyecto no salga adelante, miedo a no dar la imagen que te gusta dar, miedo a que te tilden de irresponsable, a enfrentarte al terrible sentimiento de culpa, a que la carrera de tu media salga en las fotos, a que el informe tenga un error, ¿a qué más? Dime.
¿A qué tienes miedo?
Estamos de acuerdo en que el perfeccionismo tiene su lado positivo, ¡como todo en esta vida! Pero ese lado positivo no necesariamente responde a la otra cara del perfeccionismo, coincide también con la responsabilidad y las ganas de hacer las cosas bien hechas. Sin perfeccionismo, sin obsesión, siendo eficientes y soltando para que la vida haga su parte.
No tenemos que ser perfeccionistas o tener una actitud perfeccionista para asegurarnos de hacer todo cuanto está en nuestra mano. Basta con hacernos responsables de algo, decidir qué podemos hacer en este momento y cómo lo haremos, hacerlo y soltar. Teniendo en cuenta que nada está bajo nuestro control, no importa si revisas tu trabajo 10 o 1.000 veces, si tiene que quedar un error, créeme, quedará.
Cuando inicié la aventura de escribir mi primer libro, supe desde un principio que iba a tener que trabajar mucho mi usual actitud perfeccionista ante el trabajo porque tenía claro dos cosas: todos los libros tienen erratas y ningún libro le gusta a todo el mundo. De manera que cuando me encontré ante el libro terminado, me dije a mí misma «suelta y acepta, no puedes hacer más».
Nuestro perfeccionismo suele ser el aspecto menos eficiente de nosotras, dime ¿cuánto tiempo pasas tratando de arreglarlo todo? ¿Cuánto tiempo inviertes en ser mejor? ¿Cuándo terminará esto? «Cuando esté perfecto».
¿De verdad crees que llegará a estar perfecto en algún momento? ¿Crees que la perfección existe? De todos los detalles que tiene la realidad, de verdad crees que absolutamente todos estarán alineados con tu concepto de perfección en algún momento.
Recuerda, la obsesión por mejorar es indefinida, si dejas que te atrape, nunca estarás satisfecha con nada. Ese momento de «cuando gane más», «cuando los niños sean mayores», «cuando baje de peso», «cuando el proyecto salga adelante», es tu perfeccionismo postergando el día en que empezarás a disfrutar de la vida porque cree que no puedes permitírtelo hasta que todo esté en su sitio.
¿Siempre habrá algo que mejorar?
Te invito a relajarte. A reflexionar acerca de lo que es el perfeccionismo para ti, acerca de lo que supone en tus días, acerca del estrés que te produce estar siempre corriendo hacia ese lugar que no existe, te invito a reflexionar sobre el carácter de indefinido que tiene el perfeccionismo. ¿De verdad quieres pasar tu vida esperando al momento perfecto para ser feliz?
Hazte responsable de tu vida, trabaja y suelta. El Cosmos también tiene que hacer su parte.