Hay entornos más abiertos a este tipo de mercado del desarrollo personal que otros, claro está; pero incluso en España, donde hemos estado resistiéndonos a ello, son cada vez más las personas que se plantean invertir en sí mismos, en su autoconocimiento, su formación continua, etc. Y, con ello, llegan las dudas: qué beneficios tiene, cómo sabré que ha funcionado, cómo recuperaré la inversión, etc.
Las empresas lo tienen claro: invertir en desarrollo personal
¿Sabías que solo en 2010 la profesión de coaching tuvo un aumento del 30%? No he encontrado datos fiables actuales, pero dado el aumento de formaciones específicas y de contenido creado sobre el tema, todo parece apuntar que el coaching sigue creciendo y que llegará muy lejos. ¡Ahora imagina sumarle el progreso de todos los demás procesos de ayuda, cursos, talleres y programas! ¡Parece evidente que cada vez nos cuidamos más!
Permíteme que hable más de coaching, que es mi tema. Es cierto que el crecimiento exponencial nombrado se ha dado sobre todo en el entorno empresarial, pero esto es normal. No quiere decir que las personas no queramos invertir en coaching, quiere decir que las empresas tienen mucho más sencillo conocer el resultado de sus inversiones y, sobre todo, destinar grandes presupuestos a formaciones y programas.
Las empresas, por poner un ejemplo, pueden medir no solo el grado de satisfacción de sus trabajadores después de pasar por un proceso de coaching, sino también, en cierta manera, la tasa de retorno de cada inversión. De esta manera, en 2011 ya se hablaba de una tasa de retorno de 700 euros por cada euro invertido. ¡Conociendo estos resultados quién no va a querer invertir en un proceso de coaching! [Si te interesa el tema, te invito a leer el artículo de EuropaPress]
¿Y de qué nos sirve saber lo bien que funciona el coaching en entorno empresarial? ¡Fácil! Si las empresas pueden medir los resultados y, con ello, continúan invirtiendo en procesos y formaciones, es porque los trabajadores notan cambios, se sienten mejor en su entorno y aumentan la productividad. Y este es un dato importantísimo que podemos valorar a la hora de decidir invertir o no en nuestro desarrollo personal.
Al final de cuentas, los trabajadores que reciben los servicios son personas iguales que nosotras, con las mismas dificultades, los mismos obstáculos a superar y los mismos retos que conseguir. ¿Por qué habrían de ser diferentes los beneficios conseguidos en uno u otro caso?
Obstáculos que encontramos a la hora de invertir en desarrollo personal
Bueno, ya hemos visto que las empresas lo tienen claro, pero ¿qué pasa cuando se trata de invertir en nosotras mismas?
Desde mi punto de vista, observo muchas barreras a superar y muchos prejuicios con raíces muy profundas, pero quisiera destacar tres puntos importantes:
- Aunque se ha avanzado mucho, a día de hoy seguimos teniendo una mala impresión de los procesos de ayuda. No sé si a ti te pasará, pero en según qué grupos, decir que he estado yendo a terapia con una psicóloga o que estoy inmersa en un proceso de coaching, suscita todo tipo de reacciones. ¡Con lo maravilloso que es invertir en uno mismo y lo mal visto que está!
- Dificultad de medir la tasa de retorno en el área personal. Si quisiéramos medir la tasa de retorno de nuestra inversión, sería sumamente complicado, pues no tenemos manera de cuantificar en euros el bienestar que vamos a experimentar y, por tanto, no sabemos cuántos euros ganaremos por cada euro invertido.
- El desarrollo personal parece ser un área a la cola. Para la mayoría de nosotros es normal ir a un gimnasio porque no tenemos las máquinas en casa. Es normal ir al médico porque no tenemos los conocimientos necesarios para reconocer y aliviar determinados síntomas. Es normal ir al supermercado porque no nos queda comida en casa. Sin embargo, todavía no nos parece normal acudir a un profesional (psicólogo clínico o coach, por ejemplo), si no tenemos las herramientas para atravesar por nosotras mismas una determinada situación.
Y sí, es cierto, en muchos casos nuestra economía no se puede permitir este tipo de inversiones, pero antes de utilizar esa razón como excusa, pregúntate: ¿realmente no puedo realizar ajustes para conseguirlo? No siempre que utilizamos como excusa el dinero es este el motivo realmente.
Razones por las que invertir en tu desarrollo personal
Si quieres profundizar en los beneficios que puedes experimentar por invertir en tu desarrollo personal en función del tipo de servicio que elijas, ¡te animo a investigarlo! Aunque en general todo redundará en mayor bienestar, dependiendo de qué quieras y cómo decidas trabajarlo, podrás notar también otros cambios.
No obstante, quiero destacar algunas de las razones que para mí son más poderosas y que pueden marcar un antes y un después en la vida de las personas.
- Eres la herramienta con la que gestionas tu propia vida. Si fueras un cuchillo, ¿no te gustaría estar afilada? Abraham Lincoln dijo «Si dispusiera de 8 horas para cortar un árbol, emplearía 6 en afilar el hacha». ¡Pues tú eres la herramienta que gestiona tu tiempo, tu energía, tu productividad, tu relación de pareja, tus éxitos y tus fracasos! ¿Acaso no sería bienvenida toda inversión en dicha herramienta?
- El autoconocimiento mejora las relaciones laborales, familiares, personales, etc. Cuanto más te conoces a ti misma, más asertiva puedes ser, mejor te relacionas con los demás y más fructíferas son estas relaciones. La comprensión y la compasión entran en juego y se destierran la competitividad, la agresividad y la desconfianza.
- Mejoras en la toma de decisiones. ¿Has pensado alguna vez en la cantidad de decisiones que tomas a lo largo del día? La mayoría de ellas son valoradas y tomadas de forma inconsciente, pero te seguro que son cientos y cientos de decisiones cada día. Invertir en tu desarrollo personal te hará más eficaz en la toma de decisiones, tomarás mejores decisiones y te adaptarás mejor al resultado de las mismas.
- Sanar heridas abiertas. A veces será el propio objetivo del proceso de ayuda y otras veces simplemente es algo que ocurre. Cuando nos conocemos, nos comprendemos y, por tanto, nos perdonamos y perdonamos a los demás.
Y, como decía, hay muchísimas razones más.
En función del proceso de ayuda que más te convenga o el taller o programa al que te apuntes, podrás experimentar con mayor o menor intensidad unos beneficios u otros.
Al final la inversión en desarrollo personal termina resumiéndose en más bienestar y más felicidad, sea cual sea el camino elegido para trabajarlo.