1. Respiración
Antes de tomar una decisión precipitada, podemos darnos unos segundos para centrarnos en nuestra propia respiración. Inspirar y expirar profundamente unas 10 veces nos ayudará a dar una respuesta menos impulsiva y más coherente con nuestra escala de valores, puesto que esos segundos nos ofrecen la perspectiva necesaria para dejar de funcionar bajo la bandera de la urgencia.
2. Meditación
Si introducimos esta herramienta en nuestro día a día, nos será mucho más fácil combatir los efectos secundarios de la prisa y los tentadores atajos. No se trata de poner la mente en blanco, sino de aprender a entrenar nuestros pensamientos. ¿A qué tipo de pensamientos les damos más espacio? ¿Cultivamos más los pensamientos positivos o los negativos? Sin duda, la meditación nos ayudará a encontrar espacios de silencio en el constante ruido de nuestra existencia, poniendo límites a la prisa y basta con meditar durante unos 10 minutos para alcanzar el bienestar.
3. Atención
La clave de cómo interpretamos lo que nos sucede está en dónde ponemos nuestra atención. Si creemos que no tenemos tiempo se dispara nuestro nivel de estrés y se activa la adrenalina. De ahí la importancia de aprender a centrar nuestra atención en la raíz del problema y su consiguiente solución. En última instancia, el estrés es la señal que nos envía nuestro cuerpo para hacernos conscientes de que no podemos cumplir con las exigencias que impone nuestra mente. De ahí que en muchas ocasiones aparezca cuando, abrumados por la cantidad de responsabilidades y expectativas que recaen sobre nuestros hombros, nos orientamos en exceso hacia el futuro. Al preocuparnos por lo que todavía no ha pasado o por lo mucho que todavía nos queda por hacer, nuestros pensamientos nos alejan del momento presente, que es el único que existe en realidad. Lo importante es aprender a contrarlo, porque el estrés no es peligroso pero en exceso sí.
Combatir la prisa en 3 pasos
Cuando tenemos un objetivo en mete es probable que nos entre la prisa y la ansiedad por conseguirlo lo antes posible pero, optar por la senda más corta no es lo más acertado.
