Aunque lo intentan, muchas personas llegan a su primer día de vacaciones sin ser capaces de desconectar del trabajo. La bandeja de correos electrónicos, el sonido de las notificaciones, la pila de facturas y archivos sin atender… Un sinfín de obligaciones que nos agitan y nos permiten superar los retos del día a día, pero que, llegadas las vacaciones debemos dejar de lado de una vez por todas. Ahora bien, ¿por qué aterricemos en nuestros días libres pensando todavía en aquella tarea que no pudimos terminar? ¿Cuáles son las tácticas para desconectar y vivir plenamente los días de verano o los del fin de semana?
Como todo, también hay respuesta para esa sensación de nerviosismo e intranquilidad que no nos permite disfrutar al 100% del momento presente. Aunque las vacaciones están para aislarnos, coger energía y tomar consciencia de nuestra fuerza interna, no siempre ocurre así. ¿Por qué?
Empecemos por el principio: la rutina. En nuestro día a día y en nuestros puestos de trabajo normalmente atravesamos numerosas situaciones que nos generan ansiedad, y esto hace que vivamos en una dinámica de estrés sostenido o mantenido en el tiempo. Además, provoca que nuestra mente mande señales constantes a nuestro organismo para mantenerlo alerta y preparado para hacer frente a esas situaciones.
Claro que, cuando llega el período vacacional, toda esta activación que traíamos a cuestas tiene que reducirse de 100 a 0 en muy poco tiempo. ¿La consecuencia? Nuestro cerebro “cortocircuita”, puesto que se produce una especie de efecto “embudo” a través del cual es muy complicado canalizar o gestionar todo el exceso de activación previo.
No dejar descansar a nuestra mente puede repercutir negativamente en la fortaleza de nuestro sistema inmune y de nuestra salud mental
Como explica Graciela Salvador Juan, Psicóloga en TherapyChat, “La rutina y el trabajo, ya sea dentro o fuera de casa, exponen a nuestro cerebro a un estrés sostenido que, aunque sea el óptimo para mantenernos motivados en nuestras tareas, utiliza unos recursos de nuestro organismo que no son ilimitados y, por tanto, necesitan recargarse mediante el descanso. Las vacaciones nos dan la oportunidad de reconectarnos con el presente y bajar ese ritmo ‘empresa’”.
¿Qué pasa si no desconectamos durante las vacaciones?
Si no somos capaces de desconectar, aunque sea durante unos días, esto puede ocasionarnos fatiga física y mental. Además, nos vuelve más vulnerables a enfermedades físicas y, también, a problemas de salud emocional, como la depresión, la ansiedad o la baja autoestima, entre otros.
De normal estamos acostumbrados a aplicar soluciones reales en el momento en el que algo nos duele, nos molesta o nos fatiga e incómoda. Sin embargo, mucho antes de que esto suceda, en el plano mental, podemos ir preparándonos y educando a nuestra mente para disfrutar del periodo vacacional sin preocupaciones. Por ejemplo, antes de tus días libres se recomienda:
- Organiza y planifica el trabajo para poder dejarlo todo hecho antes de irte de vacaciones. En caso de que haya tareas que puedas abordar a la vuelta de vacaciones, anótalas en una lista junto a la información de cuándo realizarás dichas actividades.
- Prepara tus vacaciones escribiendo en una lista las actividades imprescindibles que te gustaría realizar teniendo en cuenta el tiempo que tienes para ello. Organiza tu tiempo teniendo en cuenta tu espacio de ocio personal y tu espacio de ocio social (amigos, pareja, familia, etc.), y reserva tiempo exclusivo para el descanso y la desconexión.
Calves para darle al botón del off y disfrutar del presente
Ahora bien, la parte complicada puede llegar cuando estemos en el segundo o tercer día de vacaciones y continuemos pendientes de algún asunto laboral. ¡Error! La mejor manera de atajar ese runrún que nos persigue en la playa, la montaña, o hasta en pleno atardecer, es seguir estos pasos:
- En la medida de lo posible desconéctate de todas aquellas aplicaciones o plataformas que te conecten con el trabajo. Silencia las notificaciones o cierra sesión en las cuentas corporativas para poder desconectar al 100%, y no las abras hasta que se termine tu período vacacional.
- Puedes practicar el mindfulness y trabajarlo a conciencia o, simplemente, practicar la atención plena centrada en el presente para disfrutar de tus vacaciones. Es decir, estar en el aquí y el ahora sin viajar al pasado o al futuro.
- ¡Ojo con tus pensamientos! Maneja que tus pensamientos estén dentro de todo lo que implica estar de vacaciones. Por ejemplo, piensa en qué es lo que más te ha gustado hasta el momento, qué cosas te gustaría hacer, o qué actividades te han divertido más, por ejemplo. Esto te ayudará a mantener a raya tus pensamientos laborales.
Es un hecho: nuestro cerebro necesita desconectar del día a día, las tareas, las responsabilidades y las autoexigencias. Como cualquier otra máquina que funciona a pleno rendimiento, el cerebro necesita darle al botón del off por un tiempo. Graciela Salvador lo explica bien: “Todos entendemos que un coche no puede conducirse los 365 días del año sin ponerle gasolina, cambiarle el aceite, hacerle revisiones o dejando descansar el motor cada ‘x’ tiempo”. Lo mismo ocurre con nuestra mente, la cual necesita un respiro de vez en cuando.
Por eso, para que apliques con seguridad las claves y consejos mencionadas anteriormente, te mostramos algunos de los beneficios que puede reportarnos a nivel psicológico eso de tomarse un descanso y apagar mentalmente todas las obligaciones: