Para que un niño o una niña se sienta querido por sus padres es muy importante que éstos le demuestren cariño desde bebé, acariciándolo y hablándole con dulzura. Esto hace que el niño se sienta seguro, ya que percibe que sus padres responderán a sus necesidades emocionales. Con los años, y gracias a actividades comunicativas como charlar o jugar, el niño se convertirá en un adulto con inteligencia social y emocional con un vínculo muy fuerte con sus padres.
El aprendizaje de los niños no termina en la escuela. Es crucial que los padres pasen su sabiduría a sus hijos desde bien pequeños. Actividades como contar historias, jugar a la pelota o aprender un juego de cartas les ayudan a adquirir habilidades básicas como calcular las consecuencias de sus actos, conocer su cuerpo y planear estrategias. Así, llegado el día, podrán relacionarse con sus padres en condiciones de igualdad.
Además de compartir espacio con sus padres, los niños necesitan su propio espacio, ya sea para pasarlo solos o con otras personas. Es útil establecer límites y reglas para que los niños dispongan de una cantidad específica de tiempo y puedan administrarla como les parezca, ya que esto promueve su independencia. Aprenderán así a ser responsables y a hacer amigos, de forma que, al relacionarse con los padres, lo harán porque les apetece, y no por dependencia o necesidad.
Cómo estar unidos con los hijos
La cercanía entre padres e hijos es un vínculo que se puede trabajar. Dar cariño a los niños, promover su independencia y transmitirles conocimiento es fundamental.
