Distinguir lo importante. A menudo sólo pensar en lo que tenemos que hacer a lo largo del día o de la semana nos estresamos. Además de las muchas obligaciones reales que todos tenemos, nos añadimos más y acabamos confundiendo las cosas realmente necesarias e imprescindibles y las que no los son. Empezar por distinguir entre unas y otras y decidir para qué tenemos tiempo y qué puede esperar, es un primer paso importante.
Aliviar la presión. Una vez aligerada nuestra agenda, probablemente seguirán quedando cosas por hacer que nos estresen. Puede que tengamos que acabar un informe para una fecha demasiado temprana o que debamos estudiar todo el fin de semana. Pero el estrés no nos ayudará a acabar antes el informe ni a estudiar mejor. De hecho, el estrés es el resultado de una apreciación subjetiva, el pensar que no podremos acabar la tarea en el tiempo fijado o cumplir con nuestra auto exigencia o la de los demás. Por eso lo mejor es bajar nuestras expectativas y decirnos sencillamente que lo haremos lo mejor que podamos dadas las circunstancias.
Aceptar la realidad. Aunque no nos guste, si nos duele una muela tenemos que ir al dentista y, aunque nos hayamos acostado tarde una noche, al día siguiente tenemos que ir a trabajar. Por ello vale más aceptar lo antes posible lo que es inevitable y procurar vivirlo de la mejor manera posible. Además, así guardaremos fuerzas para cambiar lo que sí podemos cambiar.
No postergar. A menudo vamos dejando las cosas que no nos apetece hacer para más tarde esperando que por alguna suerte de milagro desaparezcan. Pero lo único que conseguimos así es que sigan ocupando espacio en nuestra cabeza, agobiándonos cada vez que pensamos que vamos a tener que hacerlas. Así que lo mejor es ponerse manos a la obra lo antes posible y así poder olvidarnos definitivamente de ello.
Subdividir la tarea. En ocasiones hay cosas que no queremos hacer porque nos parecen demasiado difíciles. Por eso, ir paso a paso ?por ejemplo, en vez de proponernos ordenar todos los armarios de la casa en un día hacer uno cada semana- hará que la tarea nos parezca mucho más asequible y nos costará mucho menos ponernos a ello.
Cómo hacer lo que tenemos pendiente y que no nos apetece hacer
En nuestro día a día todos tenemos cosas por hacer que muchas veces no nos apetecen nada pero que son necesarias, desde acabar un informe a ir al dentista o tener que estudiar para un examen. Te damos algunas pistas para lograr sacarlas adelante sin demasiado sufrimiento.
