A veces las cosas se ponen difíciles, no por lo que está ocurriendo de manera efectiva, pero sí por lo que amenaza con ocurrir. Y, si a esto le sumamos los acontecimientos más recientes de nuestra vida, el drama está servido.
Todos hemos atravesado la reciente pandemia y tenemos imágenes grabadas en nuestro subconsciente, incluso miedo que no nos hemos permitido sentir, tensión, inseguridad e incertidumbre.
La rutina enmascara el problema real
Algunas personas tienden a evaluar erróneamente su situación emocional porque no se han ocupado de analizar cómo se encuentran debajo de las primeras capas. Y, como imaginarás, esto es totalmente normal y no reprochable.
Mientras funcionamos en el día a día, la rutina nos atrapa de una forma detestable, pero nos mantiene en niveles bajos de consciencia. No necesitamos hacer grandes esfuerzos emocionales porque tenemos “controlada” la situación, diariamente nos enfrentamos a los mismos retos así que ya sabemos de qué trata y cómo afrontarlo.
Y precisamente porque esta rutina es cómoda emocionalmente, cada vez nos produce mayor rechazo mirar debajo de las alfombras. Si la cosa marcha, ¿para qué complicarnos analizándonos con tanta profundidad?

Es importante sentar unas bases solidas.
Si pensamos en cómo sobrevivir emocionalmente en momentos de incertidumbre, la primera idea que necesito compartir es que la experiencia de vida depende de tu base emocional, es decir, cómo te encuentras la mayoría del tiempo, qué tal estás diariamente, de base.
Además, también necesitamos saber cuánto autoconocimiento hay en nuestro día a día, cuánta reflexión, cuántos espacios tenemos para el análisis y cuánto autocuidado físico, mental y espiritual.
Nuestra base diaria es lo que determina la facilidad con la que afrontaremos los momentos emocionalmente exigentes. El cómo somos de base o qué prioridad le damos al aprendizaje y la regulación emocional harán nuestro viaje más o menos llevadero.
Lo importante entonces es que nuestra base sea fuerte, sólida, este afianzada y sostenida por hábitos alineados y hayamos aprendido a identificar cómo estamos, qué necesitamos y cómo podemos cubrir esa necesidad. Una rutina demasiado apretada, viviendo al límite, sin autoobservación ni autocuidado, puede no ser un terreno preparado para la incertidumbre y, nos guste o no, la incertidumbre es la única realidad objetiva que tenemos.
Necesitas saber nadar antes de tirarte a la piscina
Siempre que hablo de la importancia del trabajo de desarrollo personal, salud mental y crecimiento espiritual para afrontar la vida tal y como viene, lo hago con el ejemplo de que necesitamos saber nada antes de saltar al agua.
A lo mejor no soy nadadora olímpica, pero necesito saber defenderme en el agua antes de zambullirme. Por eso no debemos esperar a que la cosa se ponga difícil –estar ya en el agua- para empezar a tomar medidas –aprender a nadar- como hacer un proceso de coaching, ir a psicoterapia, establecer rutinas de autocuidado, etc.
Si la situación se da y tú todavía no sabes nadar, no pasa nada, para eso hay herramientas que te ayudarán a salir de allí de la mejor manera posible –por ejemplo, ir a psicoterapia cuando la situación es insostenible-.
Pero ¿por qué esperar? En mi escuela online de espiritualidad y filosofía slow buscamos trabajar diariamente nuestra base emocional, nuestro equilibrio, y aprender herramientas que nos permitan “gobernarnos” cuando las cosas se pongan difíciles.
A veces no se trata de hacer grandes inversiones de tiempo o de dinero, sino de cuidarnos diariamente con pequeñas acciones que nos permitan aprender más de nosotras mismas y crear así una rutina basada en la atención plena, el equilibrio, la calma y el autoconomiento.

Noto esa incertidumbre, ¿qué puedo hacer?
Si ya estás experimentando incertidumbre y quieres empezar a trabajar en ello, solo necesitas abrir un espacio para la observación y analizar cómo te sientes, qué es exactamente lo que te genera incertidumbre y de qué recursos dispones para afrontarlo.
La incertidumbre puede generar estrés, puedes notar síntomas específicos de ansiedad, también quizás estés triste, sin esperanza, con desgana. Es importante observar cómo reaccionas ante la incertidumbre porque de ello van a depender tus próximos pasos.
Además, necesitas identificar qué parte de toda tu realidad te hace sentir de esa forma, qué parte de tu realidad es estable y en qué parte vas a poder apoyarte. Por último, repasa tus recursos. ¿Dedicas tiempo a tu desarrollo personal? ¿Tienes un presupuesto disponible para ello? ¿Qué parte de tu energía vas a invertir en aprender sobre ti, comprenderte y darte lo mejor?
Recuerda que hay formas de autoconocimiento para todos los bolsillos y que puedes empezar hoy mismo a entrenar tus habilidades para una regulación emocional más efectiva en momentos de incertidumbre. El autoconocimiento realmente sí sirve para algo, y es para prepararnos ante situaciones como esta.