Hace poco escribí en mi blog una breve reflexión sobre la felicidad y su vinculación con las expectativas y, la verdad, no es porque la haya escrito yo, ¡pero es una reflexión magnífica! No solo me permitió comentar con algunas personas sus impresiones acerca de por qué nos cuesta tanto alcanzar la felicidad, sino que además me dio la idea de escribir este artículo que hoy te traigo.
¡Empecemos!
La felicidad como preocupación del ser
Aunque la felicidad lleva siendo preocupación del ser humano miles de años, resulta evidente que el interés aumenta de acuerdo al avance de las sociedades. No me imagino una cultura donde las necesidades básicas no vienen cubiertas de serie, sino que tienen que cubrirlas los propios individuos, preocupándose por ser más felices que el vecino en lugar de ocupándose de encontrar comida o agua.
Sin embargo, hay estudios y teorías que afirman que es precisamente en esas culturas, las más tradicionales de tribus africanas o filipinas, donde mayor felicidad se experimenta por el grupo social. Resulta ser que cuanto menor contacto tiene con el desarrollo moderno y tecnológico, más feliz ha demostrado ser el ser humano.
¿Por qué? Desde mi punto de vista concurren aquí dos factores muy importantes, somos animales y no nos comportamos como tal, no recolectamos, ni cazamos, ni sobrevivimos, únicamente nos sentamos en un ordenador todo el día para ganar un sueldo que después gastamos en grasas saturadas.
Y, por otro lado, nos encontramos con el aburrimiento, esa sensación de desgana que surge cuando no tenemos algo que nos llene realmente y buscamos cubrir ese vacío en el centro comercial, una y otra vez, sin ningún tipo de éxito y así nos va. ¿Qué tal si nos observamos? Te recomiendo en este punto leer este maravilloso artículo: La felicidad de la tribu.
Entonces, ¿qué es ser feliz?
Sabiendo que nos preocupa ser felices, veamos brevemente qué es ser feliz o cuándo se da la tan ansiada felicidad.
Defino la felicidad como la sensación de plenitud, y de paz mental y espiritual, que se experimenta cuando nuestras expectativas y la realidad están en equilibrio. No importa si nuestras expectativas son altas, siempre y cuando la realidad sea coincidente con ellas; el problema es que siempre esperamos más de lo que la vida nos ofrece, más dinero, más ocio, más tiempo, más obediencia de nuestros hijos, más atención de nuestra pareja, más libertad, etc.
Siendo que la realidad nunca se ajusta a lo que esperamos de ella, nuestra felicidad no llega nunca.
Quiero ser feliz, ¿qué puedo hacer para lograrlo?
La felicidad ha sido objeto de estudio desde los griegos hasta nuestros días, diversas corrientes filosóficas y religiones han hablado de ella desde muchos puntos de vista y es un tema increíblemente interesante.
La psicología estudia la felicidad como algo mental, nosotros la buscamos permanentemente en lo material y, a mi juicio, definitivamente se encuentra en lo más profundo y espiritual. Así de maravilloso y complejo es el ser humano.
Pero no me enrollo más. ¡Aquí van las tres cosas que debes tener en cuenta si quieres ser feliz!
1. Debes decidirlo
Es una cuestión de actitud, algo que decides en este instante y comienzas a actuar desde ya como si todo lo que tienes fuera suficiente para ti, como si los baches no te afectasen y la realidad fuese exactamente tal cual la esperabas.
Desde pequeños nos enseñan, sin querer, a darle más importancia a las cosas que no tenemos que a las que tenemos, porque si no les damos importancia a las que no tenemos, no las conseguiremos nunca.
Si fuésemos plenamente conscientes de nuestros razonamientos y procesos mentales, nos encontraríamos con algo como: «a mí no me interesa en lo absoluto la última tecnología, pero si no le doy importancia al smartphone que no tengo, nunca lo tendré y, aunque no me interesa lo más mínimo, he decidido que tenerlo es muy importante para mí».
Muy lógico ¿verdad? Sé consciente de qué deseas y por qué lo deseas.
¿Por qué no abandonas por completo las expectativas y decides ser feliz desde ahora mismo? Ser feliz con todo lo que tienes y con lo que te falta, con esos momentos buenos y con aquellos que consideras malos, con tus problemas de pareja, laborales, familiares, económicos, etc. Porque sí, ellos son problemas, pero tú eres tú, no eres ellos. ¿Por qué ibas a identificarte tú con la negatividad de tus problemas, si ellos son ajenos a ti?
2. Si quieres trabajar por ello, el trabajo mejor a 360º
Eres una persona compuesta por tres partes diferenciadas, relacionadas y dependientes entre sí, tu cuerpo, tu mente y tu espíritu.
Si vas a realizar cambios para alcanzar la felicidad, habrás de realizarlos en los tres ámbitos, lo cual incluye: comer más sano y en cantidad justa, tener una actividad física adecuada, nutrir tu mente, aprender a gestionar tus emociones, trabajar tu comunicación, observar tus vacíos y practicar la gratitud, la consciencia plena y la espiritualidad, en el sentido que prefieras.
De poco sirve que decidas ser feliz, si ante el primer obstáculo que encuentres vas a abandonar por no contar con herramientas para superarlo. Si un dolor físico te aqueja, puedes tomar medidas para paliarlo, en lugar de lamentarte por ello (por supuesto, depende de tu situación de salud o enfermedad). Si te sientes desbordada por el trabajo y el estrés comienza a ganarte, afronta la batalla con paciencia y sabiduría, gestiónate, no luches contra la realidad ni contra ti misma, acepta la situación y, como nutres tu mente cada día, echa mano de las herramientas aprendidas para superar el estrés sin que afecte a tu felicidad.
Recuerda que si le das más importancia a alguna de tus partes, pensando que en ella está la felicidad, pasado un tiempo llegará alguna de tus otras dos partes y te recordará, con algún problemilla, que ella también forma parte de ti y debes prestarle atención. Si crees que tu felicidad se encuentra en tu aspecto físico, pronto llegarán a ti vacíos desconocidos. Si descuidas tu cuerpo a favor de tu mente o tu espíritu, pronto las dolencias dificultaran tus meditaciones. Es un mecanismo tan perfecto que todo ha de estar en equilibrio, ¡así de maravillosos y complejos somos!
3. Tienes que estar dispuesta a darle a tu vida un plus de espiritualidad
Está bien, la espiritualidad no es fácil, la confundimos con la religión (aspecto que muchas personas rechazan), no se puede ver, no se puede observar con aparatos científicos, a veces no sabemos ni explicar lo que es o cómo se siente uno siendo espiritual y, resumiendo, resulta poco perceptible para el ojo humano. Sin embargo, es necesaria.
La espiritualidad es clave para nuestro equilibrio interior, para el gozo de paz y calma, para la consciencia sobre las cosas buenas que nos ocurren y la aceptación para aquellas no tan buenas.
Todavía no estoy segura de si la expresión «trabajar la espiritualidad», que utilizo mucho, por cierto, está bien dicha. La espiritualidad no se trabaja, se desarrolla a causa de nuestro trabajo sobre conceptos específicos como la atención plena en el momento presente, sensaciones o emociones, la gratitud, la intuición y el permiso de creer o tener fe en cuestiones etéreas que son tan personales como legítimas.
En este sentido, cada persona cree en lo que cree y nadie puede discutir la existencia de sus razones, ¡ni ella misma! Aunque resulte complicado de entender, las personas no elegimos en qué creemos, creemos sin tomar esa decisión.
¿Cómo de afín eres a estas cuestiones espirituales? ¿Crees importante nutrir el espíritu para un estado de bienestar pleno?
A veces creemos que la felicidad es algo que nos llegará cuando hayamos terminado de pagar la hipoteca, cuando logremos el cuerpo que deseamos o cuando baje el volumen de trabajo. Déjame decirte algo: si no eres feliz con lo que tienes, no vas a ser feliz con lo quieres.
Te agradezco enormemente tu tiempo y tu atención, significa mucho para mí que leas mis reflexiones, las compartas, las comentes, etc. ¡Pero más allá deseo quiero pedirte algo! ¡Piensa en ello! No es lo mismo ser feliz, que estar feliz, analiza la diferencia, observa a tu alrededor y dime ¿no lo tienes todo