Termina el verano y todos nos enfrentamos a esa sensación de “necesito volver a la rutina, pero me da una pereza terrible ponerme con ello” y es que ese volver a la rutina implica hacer todo lo que nuestro día a día exige y además poner orden, hacer limpieza, trabajo de objetivos, acompañar a los niños en este momento tan intenso para ellos, etc.
Si en un mes normal nuestro trabajo, la casa y los compromisos sociales nos consumen, añadirle tareas extras del hogar, compra de uniformes y materiales, correo electrónico desbordado, reencuentros y autoexigencia, pueden suponer un cocktail imposible de digerir.
Septiembre, un buen momento para modificar algunos hábitos
Volver a los horarios fijos y a la rutina puede hacerse complicado, pero no hay que hacerlo con tristeza. Aquí van algunas recomendaciones para que la vuelta a la rutina no se nos haga bola: