Procurarte un (buen) descanso es como pasar por un taller de reparación y mantenimiento. Mientras duermes, tu cuerpo activa procesos como la regeneración de tejidos o la consolidación de los recuerdos y el aprendizaje –demasiado significativos como para infravalorarlos y saltarse la norma de las 7 y 9 horas de sueño nocturno–. Y es que una noche en blanco puede malograr el día siguiente, pero además tiene consecuencias en tu salud si la situación es crónica.
Aunque seas sabedora de la importancia de dormir bien, puede haber épocas en las que te veas privada de horas de sueño. Las jornadas interminables o los turnos de noche en el trabajo, el cuidado de la familia o los vaivenes emocionales pueden desbaratar las buenas noches. Y como resultado, tus días se entintan de irritabilidad, falta de concentración o dificultad para resolver problemas. Aunque no tenemos la clave para que te sientas igual que si hubieses dormido las 8 horas, te damos consejos para sobrellevar y superar con éxito esas etapas en las que te faltan horas de sueño.
La aceptación, en práctica
No existen recetas definitivas para combatir la falta de sueño, ya que la regla es no privarse de descanso. Lo mejor es asumir que se trata de una etapa en tu vida, en la que seguramente no estarás en tus mejores condiciones físicas ni psíquicas, e intentar no sobrepreocuparte –para ello, te pueden ayudar los ejercicios de relajación y otras actividades para desarrollar la atención plena–.
La luz solar, tu aliada
Se sabe que la luz solar regula los ritmos circadianos –los tiempos de vigilia y sueño que marca nuestro organismo–, pero además, contribuye a sintetizar la vitamina D, un micronutriente implicado en funciones tan importantes como el buen funcionamiento de la musculatura, o el mantenimiento de los huesos y dientes, además de reforzar la inmunidad. Así que siempre que puedas, sal a dar un paseo y busca los rayos de sol para aumentar tu vitalidad.
Un ritual relajante, día a día
El buen descanso es (muy) amigo de la costumbre. Es importante que intentes irte a dormir cada día a la misma hora y, para hacerlo, hay rituales que te aportarán la sensación de calma necesaria para conciliar el sueño. Puedes aprovechar para cuidarte y relajarte a la vez aplicándote una crema o sérum antes de acostarte, tomar una infusión caliente o dejar la ropa preparada para el día siguiente.
Las tareas complicadas, mejor a primera hora
Si vas muy cansada, opta por planificar tu día de manera que a primera hora, cuando estés más despierta, puedas llevar a cabo las obligaciones laborales o domésticas más complejas; mientras que por la tarde-noche, cuando tu nivel de atención vaya a la baja, te queden pendientes los quehaceres más mecánicos, en los que no debas emplear demasiado esfuerzo.
El fin de semana, en busca de la naturaleza
Una escapada al aire libre de dos días ajusta el reloj interno y equilibra los niveles de melatonina, la hormona que aumenta cuando sobreviene el sueño y que disminuye a la hora de despertarse. Es lo que constataron investigadores del Instituto Karolinska y la Universidad de Estocolmo en Suecia, y de la Universidad de Colorado. En su estudio, publicado en la revista Current Biology, explican que vivir en entornos urbanos y modernos contribuye a atrasar el ritmo circadiano –es decir, a irse a dormir más tarde–, mientras que un fin de semana en la montaña puede restablecer el reloj interno. En la investigación, además, los participantes no disponían de móviles, tabletas y otros dispositivos tecnológicos con luz artificial, y se demostró, una vez más, la influencia de la exposición a la luz solar para regular los mecanismos del sueño.