A menudo solemos decir que lo más importante en nuestra vida es la salud y la familia, pero es frecuente que abandonemos los hábitos saludables y solamente veamos a nuestros hijos a la hora de acostarles, o a nuestra pareja antes de irnos a la cama, con la excusa del trabajo. Llegamos al fin de semana esperando que repare lo que no hemos sabido o podido hacer nosotros y cada nueva semana resuelva por sí sola esos patrones contradictorios. Si es así, hemos equivocado el orden: las metas personales siempre deben estar por delante de las laborales, ya que, sin metas personales, seguimos invirtiendo tiempo en el trabajo mientras defendemos que la familia y la salud son lo primero. El trabajo debe ser un medio no un fin en sí mismo. Antes de acometer cambios en el área profesional, hay que reconectar con los deseos más personales e íntimos. La profesión cambia con un cambio profundo en lo personal. Lo personal es el motor que impulsa cualquier proyecto profesional y requiere identificar hábitos, barreras, condiciones mentales, creencias erróneas… trabas que no solemos ver porque nos resultan demasiado habituales. Nos molestan, pero estamos tan acostumbrados a ellas que formar parte de nuestra rutina diaria. Esa es la principal dificultad.
Lo primero que hay que tener claro es qué son las metas y comprender por qué resulta fundamental fijarlas con precisión. A lo largo de estos años he podido comprobar que las personas no saben marcarse metas. Las metas son caminos para conseguir los objetivos que nos llevan a nuestros sueños. Las metas deben ser tangibles, realistas, alcanzables, medibles y específicas. Gracias a ellas, decidimos qué tareas priorizar, cuáles proteger y en qué aspectos perseverar.
Si, por ejemplo, uno de nuestros sueños es disfrutar del crecimiento de nuestros hijos, porque sentimos que estamos poco tiempo con ellos, un objetivo sería dedicarle 6 horas más de las que dedico ahora a la semana y las metas que tendremos que establecer serán pasar una hora diario jugando con ellos o compartiendo sus aficiones, ir a recogerle al colegio 2 veces a la semana varias veces a la semana o cenar con ellos 3 veces a la semana comer con él cinco veces al mes o montar en bici 2 horas los sábados. Solo así, cumpliendo las metas conseguirnos alcanzar los objetivos.
Por otro lado, toca aprender a priorizar conforme a esos objetivos y metas que van dirigidos a la consecución de nuestros sueños y darle sentido a lo que hacemos. Las metas personales siempre deben estar por delante de las profesionales. Si el ámbito personal se encuentra realizado, el laboral también lo estará y alcanzaremos el éxito en ambas facetas, ya que la priorización de las metas en ambas facetas nos conduce a un fin único y la gestión del tiempo se hace desde una perspectiva global y no parcelada, creyendo que tenemos que elegir entre un ámbito u otro
Éxito es equilibrio, es ser capaz de mejorar y priorizar objetivos de todas las áreas de la rueda de la vida, desde la salud a la profesión, pasando por el ocio o los valores éticos, pero para lograrlo se requiere ser productivo y haber encontrado el motor que nos impulsa a movernos y a vivir cada día. Este motor consiste en unos grandes «para qués», alineados con unos objetivos bien definidos y que se traduzcan en una motivación poderosa.
Y esa poderosa motivación no se encuentra en el área profesional, sino en cualquiera de las otras áreas. En ellas está la convicción y la fuerza que necesitas para dejar tu trabajo a una hora determinada cada día. ¿Qué significa, tal y como yo lo entiendo, ser productivo? Significa dedicar tiempo a las tareas fundamentales, y solo hacemos tal cosa dos o tres horas por semana. La gran evidencia que subyace tras esta afirmación es que somos falsamente productivos. Toma nota: La productividad es un medio para mejorar tu calidad de vida y garantizar tu satisfacción personal.
Dicho de otro modo, tener una vida plena y llena de sentido debe ser el motor que nos lleve a superar desafíos y a alcanzar lo que nos motiva. Para transformar un sueño en acción, un objetivo en algo real, se requiere iniciativa, esfuerzo y una actitud proactiva para pasar cuanto antes a “hacer”. Solo hay resultado cuando hay acción. Para ello, es preciso derribar barreras mentales e instalar hábitos que trabajen a favor.
Si conseguimos diferenciar entre nuestros objetivos y metas y poner en práctica todo lo anterior, seremos productivos tanto en el ámbito personal como en el profesional. Seremos capaces de cumplir nuestros sueños.
Aritz Urresti es CEO de goalboxes, experto en Productividad, conferenciante y autor del libro Las Cajitas del Éxito.