Tomamos multitud de decisiones y hacemos frente a elecciones prácticamente a diario. En nuestra cabeza rondan siempre preguntas sin respuesta, damos vueltas y vueltas a preocupaciones que nos turban, a las que no logramos encontrar una salida. Ante este cóctel de pensamientos y sensaciones, cada vez son más los expertos que defienden los beneficios de escribir un diario personal, dejar atrás la inercia que nos mueve y dedicar unos minutos a la reflexión y a la búsqueda de nuestro yo más íntimo.
Quien escribe un diario se regala tiempo, un espacio de introspección que ayuda a conocerse, a entender su día a día y a reflexionar sobre aquello que le preocupa o le define. Estudios internacionales corroboran que escribir contribuye a reducir el estrés mental e incluso a aumentar la capacidad de autocuración, a la vez que trabaja la confianza en uno mismo y la propia autoestima.
Plantarse frente a una hoja en blanco permite hacer un cambio de perspectiva, desnudar nuestros secretos mejor guardados y ver los problemas que nos rodean desde otro prisma: reflexionar sobre lo que nos pasa, sobre las emociones que se derivan y sobre el porqué de lo que sentimos. En definitiva, es una manera de conocernos más a fondo, sin censura ni temor. Se trata de crear una pequeña cápsula del tiempo que en el futuro nos mostrará cómo y cuánto hemos cambiado.
Diario 2.0
En los últimos años, el lápiz y el cuaderno también han dado el salto a la red con los blogs personales. Son muchas las personas que ante una situación difícil, deciden compartir sus vivencias y emociones con el resto de internautas. Un trabajo interior que, si es sincero, se plantea como un doble beneficio: para el que escribe y para el que lee. O, dicho de otro modo, para el que intenta escucharse y para el que quiere escuchar.
El papel terapéutico del lápiz
Escribir un diario personal alimenta el espíritu, permite conocer nuestras fortalezas y debilidades y desnudar nuestras emociones. Nos convierte en confidentes de nuestro propio devenir.
